lunes, 26 de marzo de 2012

“Other air”: Dos décadas de surrealismo checo-eslovaco (1)


Podemos sentirnos afortunados al poder abordar otra publicación extraordinaria del surrealismo actual, tras el n. 1 de Debout sur l’oeuf, que comentamos hace 7 y 14 días. Nos trasladamos ahora de Coimbra a Praga, donde, en coincidencia con una magna exposición que concluirá el 4 de abril, se ha publicado el formidable catálogo Other air. De una parte, las exposiciones pasan y los libros quedan; de otra, aquí estamos lejos, muy lejos, de los catálogos de museos, por mucho que algunos de estos celebren a personalidades que estimamos y hasta que –esto es más difícil– los estudios que se les dediquen sean meritorios en su conjunto.
Other air nos muestra el trabajo, riquísimo, desarrollado por el Grupo de Surrealistas Checos y Eslovacos a lo largo de las últimas dos décadas, como leemos en la portada, ilustrada por un detalle del Recolector de polen (2004) de Katerina Pinosova. Estamos ante un verdadero banquete de surrealismo, a cargo no solo de los surrealistas checos y eslovacos, sino de sus amigos, en particular los de los grupos de París, Leeds y Estocolmo y algunas figuras próximas como Guy Ducornet, Jean-Pierre Paraggio, Jean-Christophe Belotti o Bruno Montpied. Se trata aquí de hacer el balance de los últimos años, sucediendo la exposición a la que en 1991 –“The Third Ark”– cubrió la etapa iniciada en 1970. El libro, de 190 páginas muy densas y apretadas, y por supuesto que con muchas ilustraciones, va dedicado a tres grandes figuras del grupo desaparecidas en el ínterin: Eva Svankmajerova, Ludvik Svab y Jacques Baron, así como al siempre recordado Vincent Bounoure, cuyo apoyo al grupo checo en el momento en que un grupo de surrealistas parisinos había decidido “disolver” el movimiento surrealista fue crucial y vital.
El concepto del catálogo –por Bruno Solarik y Frantisek Dryje– es espléndido. Hay un predominio de textos breves –sueños, poemas, anotaciones, críticas, relatos–, que son organizados temáticamente, la mayoría procedentes de la revista Analogon, pero también muchos nuevos. La gran función del catálogo en lengua inglesa es permitirnos el acceso a un precioso material hasta ahora solo disponible en lengua checa. La obra se estructura en cuatro secciones: “El objeto”, “El imán”, “La primavera” y “El relámpago”, cada una con sus propios capítulos y cada una cerrada con un ensayo. La presentación del conjunto la llevan a cabo Frantisek Dryje, Bruno Solarik, Martin Stejskal y Jan Svankmajer.
En “El objeto” hay pequeños dosieres sobre las creaciones de Martin Stejskal, Katerina Pinosova, Premysl Martinec y Jan Svankmajer y Karol Baron; esta es una de las constantes de las diferentes partes del volumen, permitiéndonos así acceder a una valoración de los componentes de la aventura surrealista en este territorio y en este período.
Destaquemos las dos páginas con las “Cartas Surrealistas del Adivino” (32 en total) y las notas de Svankmajer, Dryje, Miroslav Canko y Bruno Solarik. Svankmajer, con su claridad y agudeza habituales, reflexiona brevemente sobre el arte y la magia, Solarik sobre la llamada “estética surrealista”, Dryje afirma contundentemente: “El surrealismo no es arte”, Canko subraya el lugar central de la imaginación. La labor colectiva es constante en el volumen, y veamos como muestra este personaje creado en 1994:


Una novedad para nosotros son las películas de David Jarab, tratadas aquí y en el tercer capítulo, y que parecen ser una aportación fundamental al corpus fílmico del surrealismo. Por su parte, Jan Richter nos descubre a un anónimo y misterioso jardinero del barrio Pankrac en Praga, maestro de la improvisación. Solarik cierra este capítulo con el largo ensayo “Golden silence”.
Un poema de la segunda sección –“El imán”–, por Josef Janda, sirve de homenaje a una de las personalidades magníficas del surrealismo checo: Karel Hynek (1925-1953), de quien tanto ansiamos una antología de sus escritos. Por otra parte, la monografía de Karol Baron ya nos había dado noticia del juego de interpretación colectiva visual “El enigma S + T”, siguiendo instrucciones de Svankmajer y Stejskal en torno a dos pinturas de Styrsky y Toyen; en este juego, de 1995, participaron Baron, Stejskal, Svankmajer, Pavel Surma, Albert Marencin, Leonidas Kryvosek y Eva Svankmajerova, pudiendo ahora accederse a los resultados de cada uno.
Queremos citar aquí una reflexión de Bruno Solarik incrustada en “El Imán”, sin tomarme el esfuerzo de una mala traducción:
“Surrealist colectivity is neither a shared dogmatism nor a shared style. It is a monster possessing several heads; it is one being that dissolves into totally independent individuals after executing its work, and then it only waits until it can emerge again –as a temporary conjunction of the same or different individuals in order to plunge into a similar romp. Among these mutual penetrations of private visions also belongs the concealed image of the compound being (Mantichora) that –as an analogy of love, friendship and natural wholeness or, on the contrary,  as the terrible cannibalistic machine– has kept appearing at different places at the world from time immemorial until the present”.
También, esta de Roman Telerovsky:
“Surrealist activity cannot be the remedy for the collapsing world of today, nor a manula on how to live. In its minority position it is an alternative that has the power to inspire –nothing more and nothing less”.
Otro juego, muy divertido, es el titulado “The Universal Finishing Game” (2010-2011), transformando colectivamente una imagen de un almanaque de hace cien años. Destaquemos también el apartado “El fin de la civilización” y el ensayo de cierre, a cargo de Roman Telerovsky: “The Tissue of Poietic Dreaming”, sobre la poesía y el sueño, el surrealismo y el psicoanálisis.
De nuevo una obra tan fértil en hallazgos nos obliga a dejar para el próximo lunes el resto de nuestra reseña, y ello sin dejar de señalar la imposibilidad de dar cuenta cabal de tanta riqueza y pluralidad. Despidámonos por ahora con este cadáver exquisito horizontal:


Charbonel y Welson: un tándem surrealista


Se trata de dos de las figuras más valiosas del planisferio surrealista, uno de la Bretaña y otro del País de Gales, confluyendo en la prospección del imaginario celta.
Jean-Claude Charbonel, nacido en 1938, se acercó al surrealismo a través de André Breton y luego del movimiento Phases, al que pertenece desde 1975. John William Welson, nacido en 1953, participa en 1976 en la exposición mundial de Chicago “Marvelous Freedom/Vigilance of Desire”, en cuyo catálogo se reproduce su pintura “Las canciones de los caballos yacen sobre sus manos como cabello”, del mismo modo que Charbonel marca presencia con su “Buzo de los bosques latentes”, inserto en la página del “Dominio de Robin Hood”. Este fue el primer encuentro de ambos artistas, pero el personal solo llega dos años después, con motivo de otra exposición surrealista, ahora en Londres. Welson se integra al mismo tiempo en Phases, pero participando hasta el presente en numerosas revistas y exposiciones del movimiento surrealista. Son, a este respecto, dos figuras inequívocas.
El verano pasado, en Aberystwyth, Gales, tuvo lugar la exposición conjunta “Surrealismo: El ojo celta”. De Charbonel se vieron obras de 1994 a 2011, y de Welson de 2007 a 2010. Los títulos de las pinturas de Welson eran de carácter toponímico, mientras que los de Charbonel no podían ser más expresivos: “Mujer médico armorigen”, “El canto de las metamorfosis”, “Iniciación lunar”, “Los guardianes del tiempo de los sueños”, “Visión chamánica”, “Noche élfica”, “Ritual de la noche interior”, “El viaje iniciático”, “Las puertas de Avalon”, “Signo ascendente”... Se conjugaban en Aberystwhyt, de modo explosivo, las obras que Welson ha forjado en el condado de Radnorshire y las que salían del estudio bretón de Charbonel, repleto de objetos encontrados y restos marinos. Los espacios circundantes de los dos artistas actúan como plataforma de la creación de su propio “paisaje”.
Sobre Jean-Claude Charbonel es de preceptiva visión el disco Les voyageurs du temps des rêves armorigènes, de Ludovic Tac, en particular su segunda edición, con bonus, de 2009. El propio Ludovic Tac es una figura notable del surrealismo contemporáneo, contemplado como tal en Caleidoscopio surrealista. Sobre su amigo ha escrito: “Jean-Claude Charbonel, vigilante nocturno para mejor escuchar el canto del rocío, mide las orillas imaginarias de una civilización más estable, más maravillada, más encantadora que la impuesta por nuestro tiempo”.
Sobre el surrealismo y el mundo celta, encontramos precioso este texto de Charbonel, que acompañamos de su pintura “Metamorfosis chamánicas” (2008), del mismo modo que encabezamos esta nota con la de Welson “Cwm Elan”:


Un libro muy recomendable que acaba de salir de las prensas, y sobre el que pronto volveremos, Le surréalisme. Parcours souterrain, de Patrick Lepetit, dedica uno de sus catorce capítulos a “Surrealismo y celtismo”. Por otra parte, quiero destacar aquí una experiencia paralela a la de Welson y Charbonel, desarrollada al otro lado del Atlántico, donde, desde fines de los años 80, Jean-Jacques Jack Dauben exploraba la cultura celta junto a su mujer la ceramista Terry Engel. En 2000 cristalizó el fascinante proyecto hopi/celta de Dauben y Mike Kabotie, que se valieron de los símbolos tradicionales celtas y hopis –nada hubiera atraído tanto a André Breton– en tanto valores opuestos a los de esa triste civilización “romana” que llega a nuestros días. Edouard Jaguer, amigo de unos y otros, hubiera, como Breton, subrayado esta “coincidencia”, tan habitual en el surrealismo. Sobre el proyecto hopi/celta, remitimos al tomo segundo de la obra capital de Thom Burns y Allan Graubard Invisible Heads. Surrealists in North America. An Untold Story.
Seguiremos al tanto de esta aventura celta y surrealista de Jean-Claude Charbonel y John William Welson.

Papeles diversos de Óscar Domínguez


He aquí una nueva publicación de empaque sobre Óscar Domínguez, el hombre que deseaba la muerte de 30.000 curas cada 3 minutos. Edita el centro tinerfeño Tea, que originariamente iba a llevar el nombre del pintor canario, para traicionar luego su idea inicial. Consta el tomo de 400 páginas muy bien ilustradas, que acompañaba la exposición homónima “Óscar Domínguez. Una existencia de papel”, en la que se trataba de dar cuenta del Domínguez ilustrador de libros, colaborador de revistas y de publicaciones colectivas y dibujante en general. El encargado de libro y exposición ha sido Isidro Hernández, fino poeta a quien ya debemos algunos buenos trabajos sobre Domínguez. Es él quien abre el fuego, con un muy extenso y sólido estudio que titula “En los márgenes interartísticos del dibujo”. Sirve de presentación, pero es mucho más que eso, ya que Isidro Hernández es un buen conocedor del surrealismo, en torno al cual no prodiga los tópicos de costumbre, y se consolida cada vez más como un crítico artístico no solo culto sino sensible. Lo que sigue, como es habitual en este tipo de libros colectivos, es un conjunto de textos de muy diverso interés y de muy diversa calidad. El propio Domínguez ya condiciona esto, pues, como es bien sabido, a su verdadera etapa creativa, en el grupo surrealista, sucedió una quiebra de inspiración imitando al vampírico Picasso y codeándose con el establishment estalinista.
El mejor de esos trabajos es el más breve: “Domínguez revólver en mano”, por Georges Sebbag, no siendo esta la primera vez que Sebbag se acerca a la obra surrealista de Domínguez, y baste recordar sus amplios ensayos en Surrealismo Siglo21 y en el volumen domingueziano del museo Cantini. Centrándose sobre todo en el motivo del revólver, Sebbag va hilvanando ahora agudas y enriquecedoras observaciones sobre la carta de Freud que hizo el artista canario, sobre su ilustración para Los cantos de Maldoror, sobre los 30 dibujos para la edición 1947 de Poésie et vérité de Paul Éluard.
Los otros trabajos destacados de este libro son obra de Jean-Michel Goutier, Gérard Durozoi y Juan Manuel Bonet. Goutier habla de los libros-objeto, en particular de los de Le Soleil Noir que realizó François Di Dio, un total de 25 en 27 años, hasta que la burocracia estatal acabara con ellos. Goutier fabrica mentalmente algunos que a su juicio hubiera planeado Domínguez, para Los cantos de Maldoror y para las obras de algunas de las estrellas de la Antología del humor negro: la Vie des fantômes de Savinio (gran antología de 1965, prefaciada por Pieyre de Mandiargues, y que por cierto estoy yo leyendo estos días), los aforismos de Lichtenberg, La filosofía en el tocador de Sade, los Cuentos crueles de Villiers, La dama oval de Leonora Carrington, las Nuevas impresiones de África de Raymond Roussel.
El nivel esperable tiene el estudio que hace Gérard Durozoi de Le grand ordinaire, manejando todo el material disponible. Hubiera sido un prefacio perfecto para la reciente traducción que ha publicado la editorial canaria La Página. Pero no deja de ser resaltable este interés múltiple que está despertando recientemente el tan subversivo libro de Thirion.
Juan Manuel Bonet, bibliófilo mayor del reino, analiza con todo detalle las célebres portadas que Domínguez hizo para las ediciones de Gaceta de Arte: Romanticismo y cuenta nueva de Emeterio Gutiérrez Albelo, Crimen de Agustín Espinosa y la monografía westerdahliana de Willi Baumesteir. Bonet señala cómo esta última supone la aparición de sus calcomanías, llegando a afirmar que estas nacieron en el contexto del grupo de Gaceta de Arte.
De resto, François Letaillieur se ocupa de Domínguez y las ediciones Lévis Mano, Eliseo G. Izquierdo de Domínguez y la Antología del humor negro, Morris de una de sus aburridas picassianadas, Rosé-Hélène Iché de su amistad con Laurence Iché, José Ignacio Abeijón de su alianza con Georges Hugnet, Alfonso Palacio de Domínguez y Poésie et vérité y José Andrés Dulce de la película de Resnais.
Como es imposible, en un volumen de estas características, que no aparezcan las típicas imbecilidades sobre Breton, ahí tenemos al tal Abeijón (bien contagiado por el inmundo Hugnet) lanzando esas bajezas calumniosas que hace tiempo no merecen por nuestra parte sino el más absoluto de los desprecios, mientras que Eliseo G. Izquierdo y José Andrés Dulce parecen alcanzar el nirvana al hablar uno de “le Pape du surréalisme” y el otro de “el caudillo Breton”.
Pero siempre tendremos a mano al gran Astrakán, el bandido de la cueva de Guayonje, para darles una buena zurra a los Éluard y a los Hugnet, como a toda esa engreída plaga universal que se dedica a insultar al surrealismo y a André Breton. Óscar Domínguez lo daba por fenecido en la guerra del 36, pero eran informaciones falsas, y aún hoy el inmortal Astrakán circula por los parajes del castillo de Guayonje tanto como por la cordillera de Anaga.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Fernando Palenzuela, “náufrago del ser y del olvido”


Que Fernando Palenzuela es una de las grandes voces poéticas de Latinoamérica y del surrealismo lo demuestra este tercer libro suyo, Esfera inacabada, del que presentamos una composición con la portada de la edición en lengua francesa y el poema que abre el libro en la edición española. Diez dibujos “chamánicos” de Miguel Ángel Huerta, espléndidos y unitarios, acompañan solo la edición francesa, que es un año posterior a la española, y siempre en las Ediciones Sonámbula.
Fernando Palenzuela nació en Cuba en 1938. Colaboró en el suplemento literario “Lunes de Revolución” hasta que el régimen castrista lo cerrara. Entonces (1961), emigra, instalándose en 1963 en los Estados Unidos. Los poemarios anteriores a Esfera inacabada son solo dos: Amuletos del sueño, en 1971, y La voz por enterrar, en 2005. En 1971 y 1972, con el desaparecido poeta José Antonio Arcocha, Fernando Palenzuela editó los dos números de la revista Alacrán Azul, y en 1977 ya Alberto Baeza Flores lo situaba “en la línea de los poetas chilenos de Mandrágora y en la de César Moro y Emilio Westphalen”, lo que, resultando inequívoco, no parece haber significado nada a la hora de reconocer su posición central en el surrealismo latinoamericano. Más cerca en el tiempo, Vicente Jiménez, en el n. 7 de la revista surrealista chilena Derrame (2006), decía: “La ferocidad de las imágenes, unida a una corriente onírica que recorre todas las páginas de Amuletos, lo inscriben en la órbita de un surrealismo hechizante y provocador”, y es que “Palenzuela cree en el valor subversivo de ciertos actos poéticos y en la poesía como la más alta actividad del espíritu”. Por su parte, Raúl Henao le ha dedicado en La doble estrella (2008) el artículo “Fernando Palenzuela: el fiel de la balanza”, al que pertenece esta fina caracterización: “Su escritura poética, búsqueda permanente de ese fiel de la balanza donde se equilibran la lucidez y la alucinación, el vacío y la desesperación, tiene a veces el trasfondo amargo y sombrío que caracteriza la obra de Baudelaire y Lautréamont, pero al que nuestro poeta encuentra un sucedáneo en la paciencia o perseverancia, sin que dicha solución revista nunca una connotación depresiva o evasiva, quizás porque hay en ella la certeza rilkeana de que el alba, finalmente, disipa la sombra, y la luz la oscuridad reinante”. La obra de nuestro poeta es breve pero intensa y esencial, y por ello esperamos con impaciencia que los libros que anuncia, titulados Al margen de la irrealidad (novela, pero sin duda que signada por la poesía) y Uno sin uno, no demoren en salir de las prensas.
Esfera inacabada se compone de 29 poemas y 21 títulos, ya que las “Convulsiones” son siete y tres poemas llevan el nombre del libro. Un epígrafe de Lichtenberg (“La medida de lo maravilloso somos nosotros. Si buscásemos una medida universal, lo maravilloso dejaría de existir y todas las cosas serían igual de grandes”), uno de los maestros del humor negro, ya nos sitúa en territorio surrealista, pero es que además hay alusiones a Blake, Novalis, Lautréamont y Rigaut, la de Lautréamont referida al “Gran Objeto Exterior” con que Maldoror designaba al espantajo divino y cuya “baba” no ha podido alcanzar al poeta, según nos dice, aunque ya lo sepamos, en el último poema del libro. El epígrafe de Lichtenberg cuenta con un eco en el poema “Crónica de espejismos”, el más largo del volumen: “Un aforismo de Lichtenberg con las uñas cortadas / Florece en la punta de una aguja”.
Los poemas de Esfera inacabada revelan ese “apetito por el poder de la imaginación” a que se refiere en “Rescate nocturno”. Cada poema es un logro en sí, pero yo voy a enumerar una serie de ráfagas que me han hecho –como hacía tiempo no me ocurría– buscar el lápiz para subrayar los versos en que aparecen.
“La gran aventura hacia uno mismo / Se realiza con la boca cerrada”.
“Siempre es mejor ser cabeza y cola de león / Que deambular por los pasillos de los Ministerios / A buen tiempo mala cara”.
“La memoria del gallo es la envidia de muchos hombres”.
“Apuesto por la vida si se trata de aventurarnos por el camino del relámpago”.
“Caballo lanzallamas contra los oídos de la burguesía y de la masa soy”.
“Y yo me niego a ser enterrado sin una pistola en cada mano”.
“Lo más terrible es siempre lo que no se dice”.
“Al diablo váyase la poesía si no cambiar pudiese / La realidad el malgastado sueño las acrobacias de mi espíritu / En un río para navegar hacia la nueva voz bajo la tierra incierta”.
“Yo saludo al inesperado visitante / Que aparece como una furia eterna / Sin permitirme palpar mi soledad / Mi sangre en llamas / Irrevocable / Solo al servicio de ese doble hechizo / De la libertad y el amor”.

“Surrealismo sin servicio”

Con este título se publicó hace casi un año este magnífico documento firmado por la Liaison Surréaliste à Montrèal (www. liaisonsurrealiste.com):

lunes, 19 de marzo de 2012

Impostura en Dorothy’s


En esta galería parisina tiene lugar a partir del 30 de este mes una exposición titulada “Surrealist Heritage”, que no nos ocuparía un renglón si no fuera por su título ridículo y por la turbia mezcolanza que se da en ella. Participan dos personajes que, presentes en la exposición de Coimbra “O reverso do olhar”, fueron desenmascarados oportunamente, el primero, Daniel Hannequand –militarista orgulloso de su participación en la guerra argelina–, por Guy Ducornet durante la propia exposición, y el segundo, Santiago Ribeiro –católico militante–, a posteriori por Miguel de Carvalho. Se suman algunos que parecen sacados de esas páginas de internet en que surrealismo es igual a arte fantástico y a dalinianadas, más, guinda de la tarta, un fulano portugués que decora iglesias y conventos portugueses. Y es que la exposición está conectada a la fundación del galeno católico-salazarista Bissaya Barreto.
Pero, aparte el título, lo molesto es la presencia simultánea de nombres muy cercanos al surrealismo (suponemos que por despiste) y hasta de... Simone Éthuin. Todas estas confusiones son lamentables, ya que una cosa son las compañías neutras y otra bien distinta las detestables. Edouard Jaguer, de haber visto un cuadro de Simone en tan malas compañías, hubiera armado allí la de San Quintín.
Conviene recordar el texto definitivo del surrealismo sobre este tipo de impostores: “Tir de barrage” (“Fuego de barrera”), publicado por el grupo de París en 1960, con la adhesión del movimiento Phases. Llevó la ilustración de Alfred Kubin que aquí vemos, y merece sin duda ser no solo recordado sino hasta reeditado en la actualidad.

Fátima Roque


Con este libro-objeto de Fátima Roque, componente muy dinámico de la aventura surrealista en Brasil desde hace algunos años, damos noticia de su exposición fotográfica en la librería Alpharrabio de Sto. André (“alfarrabista” es la graciosa palabra de origen árabe con que se designa en portugués a los libreros de viejo). Celebra esta exposición, con una vitrina de publicaciones surrealistas (en la que no faltan piedras, conchas, plumas, semillas), los 20 años de la librería, que resiste con calidad en un mundo cultural cada vez más virtualizado. El título de la exposición de Fátima es “Do outro lado aqui”, y se afirma que la comisaria de la exposición es nada menos que una tal doctora Barbara M. Watson, quien al parecer dirige un gran centro fotográfico con sede en África del Sur (¡!).
¿Cuándo actualizará alguien Les mystères de la chambre noire de Edouard Jaguer? La fotografía (como el collage, o como la poesía y la pintura automáticas) no ha sufrido declive alguno en las últimas décadas del surrealismo, así que urge continuar una obra que llegaba hasta 1980 y que cerraba nuestro amigo Jaguer con un inequívoco “À suivre”. El día que ello se haga, Fátima Roque tendrá un capítulo obligatorio, donde no se dejará de señalar, además, su versatilidad creativa (y, si la hiciera yo, su simpatía y su generosidad de miras, siempre dada a las causas nobles y justas). Pero veamos ahora una página de su Cuaderno de descontroles, publicado en 2006, que vale como poética:

 

Poaching Durruti's Egg

Este documento político de palpitante actualidad ha sido publicado hace unos pocos días en el blog del Surrealist London Action Group (Slag), como respuesta al proyecto “Surrealists with the Fourth International”. En el blog del grupo (que cuenta con una buena lista de enlaces) puede leerse también, a renglón seguido, otro notable texto político, por el grupo surrealista de Atenas.

Tras Noa Noa


En 1985, Assírio & Alvim publicaba Noa Noa, con el homenaje de Víctor Segalen. A Cesariny le impacta el libro de Gauguin, y más aún su gesto de abandonar Europa, pero en realidad Gauguin se encontró en Tahití con la corrompida sociedad europea que había abandonado, infestando además aquellos parajes paradisiacos. Misioneros, militares, policías, comerciantes, funcionarios, inspectores, juez y obispo... Toda la ralea, en fin, bien pertrechada con su puritanismo y su miseria vital, poniendo a la gente a cubrir sus cuerpos y a trabajar.
Tahití era colonia francesa desde 1860. Gauguin llega en 1891, y escribe al muy poco tiempo: “Nuestros misioneros ya trajeron mucha hipocresía protestante y destruyen gran parte de la poesía, sin hablar de la sífilis que invadió a toda la raza”. Dominaban la enseñanza después de haber sido masacrados los súbditos del rey Pomaré IV no convertidos al cristianismo. ¿Sorprende que Gauguin hasta llegue a hablar de un “régimen del terror”? Se marcha entonces a la isla Hiva-Ova, pero solo para descubrir que allí “la misión es dueña de todo”.
El entusiasmo de Cesariny hacia Gauguin no seré yo quien lo comparta. Creo que a Gauguin lo retrató bien Artaud en Van Gogh el suicidado por la sociedad, y que acertó al ver entre ellos “una fundamental escisión humana”. Ya en Hiva-Ova, Gauguin pensaba volver a Europa... ¡para pintar los toreros y las mujeres morenas de España! Y su mejor amigo a dos pasos de la muerte era un pastor protestante.
¿Y lo de “noa noa”? El mismo Gauguin lo dice: “De toda esta juventud, esta armonía perfecta con la naturaleza que nos rodeaba, se desprendía una belleza y un aroma (noa noa) que encantaban mi alma de artista”. Es ese inefable “noa noa” de los pueblos oceánicos o amerindios lo que siempre ha encantado al surrealismo. Un aroma de libertad y de poesía de la vida.
Al Noa Noa n. 12 siguió “The Ted Oxborrow’s Perpetual Motion Food Magazine. Portuguese Section of the Illinois-Vladivostok Area”. ¡Vaya título delirante! Este fue el n. 1, y carece del interés de cualquier Noa Noa, ya que estas historias de enfrentamientos entre surrealistas cansan de veras –otra cosa bien diferente es el enfrentamiento de los surrealistas con quienes reniegan de la aventura surrealista, llevados en general por los motivos más bajos e inconfesables. Mi curiosidad por saber qué hizo a Cesariny y Cruzeiro Seixas pelearse a muerte es igual a cero. Al dorso de la hoja, Cesariny ha fotocopiado un pasaje de la entrevista, subrayando la cita elegida más esta otra: “Potrò forse dire che il surrealismo è una strada che mi segue?”. No sabemos tampoco qué llevó a Cruzeiro Seixas a decir estas cosas, que nada concuerdan con lo que antes pensaba de él y el surrealismo, ni con lo que pensaría después y hasta hoy. Al contrario, siempre me ha parecido soberbia y de lo más oportuna esta observación suya: “Existe, parece ser, quien esté cansado del surrealismo, pero no puedo dejar de sentir curiosidad por saber lo que descubrieron en su lugar”.
Esperemos que Perfecto Cuadrado –aunque nos sonroje pedirle más de lo muchísimo que ya ha hecho– reúna algún día y publique todos estos “papeles surrealistas” del viejo león de Lisboa: “Noa Noa”, “Food Magazine”, “Bureau surrealista”, la colección “Blenorrágia” de las Edições Esquentamento... Nosotros cerramos hoy esta serie con otra rareza, aunque demos atrás a la máquina del tiempo. En este caso es un tirón de orejas al doctor José-Augusto França, una de las bestias negras de Cesariny. El consagrado historiador del arte había formado parte de la aventura surrealista a fines de los 40 y principios de los 50, pero lo que no le perdonaba Cesariny era su posición catedrática y académica, de gran santón de la cultura portuguesa. “Fora os doutores!”, exclama este surrealista nada conciliable con el estamento universitario, al que veía, en la estela de su adorado Artaud, como gran “usurpador de sentido”. La A.I.C.A. debe ser una de esas muchas instituciones dedicadas al arte, que tal vez rigiera el Dr. França. Tanto “arte” irritaba a Cesariny, como en general a los surrealistas, que nunca se han interesado por el “Arte” –con mayúscula– sino en tanto aventura del espíritu y de la poesía.


La ilustración pertenece a la película de Paulo António de Paranaguá Nadja, filmada en 1966, y Cesariny la ha tomado del primer número de A Phala (1967), la revista dirigida por su amigo Sergio Lima y que hoy consideramos uno de los hitos en la historia colectiva del movimiento surrealista.

“ART IS ARP”


No citamos en Caleidoscopio surrealista este excelente catálogo del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Estrasburgo (museo localizado precisamente en la Plaza Hans-Jean-Arp), donde son tratadas, con gran riqueza iconográfica, todas las facetas del artista –así, su título completo es Art is Arp. Dessins, collages, reliefs, sculptures, poésie. Apareció a fines de 2008.
Isabelle Ewig abre el fuego ocupándose con acierto de los inicios arpianos y señalando el origen de sus collages no en el cubismo, sino en lo oculto y en la naturaleza. Con el uso de materiales naturales –tanto como con “la alegría sensual de tocar” (expresión con que Gabrielle Buffet-Picabia caracteriza la creación de sus relieves)–, Arp quería acercarse a los pueblos de Oceanía. “Yo actuaba como los oceánicos, que no se preocupan en absoluto, para sus máscaras, de la duración de los materiales, y que emplean materiales perecibles, como las conchas, la sangre, las plumas”. Y también, como ellos: “Mi trabajo está ligado al sueño diurno, sin menospreciar por ello la materia”.
“Arp cara o cruz” es la contribución de Georges Sebbag, como siempre fino y abriendo horizontes. Sus notas sobre el azar como soporte de la invención en sus collages y en sus maderas pintadas son muy certeras, así como el capítulo sobre los papeles estrujados. “Para Arp, el azar es ese acontecimiento natural pero inhabitual que interrumpe el curso habitual de las cosas, deshace nuestra imagen corporal, mina la creencia en la subjetividad y nos hace probar maravillas”.
De la poesía se ocupa Eric Robertson, quien reproduce esta declaración de Arp: “Las palabras han guardado para mí toda una novedad, un misterio. Las manejo como un niño los cubos. Las palpo, las contorneo –como esculturas. Les atribuyo un volumen plástico que no depende de su significación”. Eric Robertson señala cómo a lo largo de los años 30, “los juegos sobre el lenguaje, sin desaparecer, comienzan a ceder el lugar a imágenes cada vez más pesadillescas que comunican un sentimiento de angustia siempre más agudo”.
Otro buen trabajo es el de Guitemie Maldonado, sobre su “lenguaje-objeto” y los elementos de su “enciclopedia”. Menos interés guardan para nosotros sus colaboraciones con Sophie, que son sobre todo obras textiles, y el estudio que hace Isabelle Ewig sobre el Arp puramente abstracto.
Nos acercamos más al surrealismo con los “fatagaga” (“fabrication de tableaux gasométriques garantis”) compuestos al alimón con Max Ernst y que estudia aquí Julia Drost. Aunque se sitúen en el dadaísmo, ya anuncian al maestro del collage que será Max Ernst. Y en pleno surrealismo ya estamos con los siete cadáveres exquisitos que un día de 1937 compusieron Arp, Sophie, Óscar Domínguez, Marcel Jean y Raoul Hausmann. Los estudia Emmanuel Guigon, que es quien mejor podía hacerlo. Veamos este, hecho de arriba abajo por Marcel Jean, Domínguez, Arp y Sophie:


Guigon repite con un trabajo en que enfoca “el placer de destruir” arpiano. Ve en el artista un “doble movimiento simultáneo que ritmara el conjunto de su producción hasta sus últimos días: la voluntad y el azar son los dos polos complementarios de su actividad que conduce hacia un estado de naturaleza resueltamente libre donde la vida pueda aparecer según el ciclo eterno de la destrucción y de la generación”. Cierra el catálogo un trabajo de Thierry Dufrêne sobre su escultura (de la que tenemos un ejemplo al comienzo de esta nota: la “Escultura automática” también llamada “Sombra china”, en piedra calcárea rosa) y el apartado bibliográfico, en el que deseo resaltar la antología de poemas y ensayos que dio a la luz Robert Motherwell en 1948.
“En el espantoso caos de nuestra época, solo algunos raros oasis de pureza se me aparecen aún. El hombre ha sucumbido al frenesí de la inteligencia. Ese demente impregnado de cultura física intenta dominar el mundo por medio de su pseudocabeza. Su inhumanidad lo ha conducido a un laberinto sórdido en el cual no encuentra ninguna salida. La máquina y el dinero son los ídolos que adora con fervor. Su alegría del progreso no conoce límites. Él mide – calcula – pesa ­­­– prende fuego – pulveriza – asesina – surca los aires – consume – miente –fanfarronea – arroja sus bombas –y es así como se eleva por encima de las bestias. Por su inteligencia infernal sobrepasa en invención diabólica todo lo que vive. Su locura crece hasta el infinito, así como la confusión de su espíritu y su amor de la porquería. Aprisionado entre los cuatro muros de su inteligencia, todo lo que pasa fuera de él lo deja frío”.
Estas palabras fueron escritas en 1946, pero ¿no las hubiera Arp refrendado en el presente?

lunes, 12 de marzo de 2012

“Debout sur l’Oeuf” n. 1 (II)


Prosigamos el comentario de esta revista-objeto, que es la primera revista surrealista aparecida en Portugal, ya que ninguno de sus precedentes merece ese calificativo. De Unicornio-Pentacornio (1951-1956), lo menos que puede decirse es que una revista dirigida por José-Augusto de França no puede ser surrealista. Los Cadernos Surrealistas y Contrapunto son colecciones, no revistas, del mismo modo que A antologia em 1958 pregona lo que es desde su título. Grifo, ya de 1979, no es más que una recopilación de inéditos, en la que ni está Mário Cesariny, cuya ausencia en cualquier publicación colectiva lusitana la descalifica como surrealista. Y no menos  a contrapelo podrían calificarse de surrealistas los números de Pirâmide (1959-60) o de Serpente (1961). Debout sur l’Oeuf sí es una revista surrealista, por los cuatro costados, y se alinea más que dignamente con las numerosas revistas que jalonan la historia del surrealismo desde La Révolution Surréaliste, o, si se prefiere, desde la segunda serie de Littérature.
Siguiendo con los cuadernos integrados en esta caja mágica,  el n. 22 asocia tres poemas de Laurens Vancrevel a una pintura muy característica de John Welson, mientras que en el 7 tenemos una imagen impactante, presentada como “objeto mágico-peligroso” (“¡Atención! Manejar con cuidado. En caso de dudas, hacer señal al maquinista”): el óleo de Susana Wald “La vuelta del futuro” apresado por la navajilla de “Tiempo cortante”, un objeto circulante sobre papel de arena chino obra de João Van Dam, otro de los componentes de la Cabo Mondego:


Susana Wald nos lleva a otra de las virguerías de la revista: el cartón con un poema de Beatriz Hausner por un lado y un collage de Ludwig Zeller por el otro, y atada con cuerda una concha con la letra J.
Más piezas: de Miguel Ángel Huerta (una turbadora pintura); de María Prado (un poema y un bello óleo de sabor años 20-30); del noble amigo conquense de los surrealistas portugueses, Juan Carlos Valera (un poema, dedicado a Mário Henrique Leiria); del infatigable Guy Ducornet (el divertido collage “La pesca milagrosa”, con que abrimos esta nota); del no menos infatigable Zuca Sardan (una de esas cartas maravillosamente hilarantes, llenas de dibujos y de versos originales, que recibimos algunos de los pocos mortales afortunados que vagamos por este mundo); de Allan Graubard (un poema y una prosa); del componente del dinámico grupo londinense Slag Merl Fluin (tres textos automáticos); de Antonio Beneyto (un facsímil del extenso “fragmento en Polonia”, “sin corregir y sin censura”, del “Diario de un artista suicida”).
Destaquemos aparte, por su perfil ensayístico, la conferencia de Guy Girard “Lo maravilloso surrealista y el Extremo Oriente”, acompañada por la reproducción de “El castillo del doble sol” Y el texto de la presentación de la caja de habanos con los cuadernos de los Cantos a la mujer nocturna, de Sergio Lima, otra joya editorial de Miguel de Carvalho. Dejando a un lado algunas observaciones tontas de los periodistas (esa raza ya no tiene solución, por lo que no se entiende que, en la reciente exposición de Praga, algunos surrealistas se prestaran a responder a sus necias preguntas), Sergio Lima encuentra ocasión de lanzar algunos espolazos bien necesarios, contra la informatización de la vida, contra la tiranía del “texto”, contra la “idiotez” de los especialistas, contra la policía de todo signo –a la vez que da unos apuntes de gran interés sobre su riquísimo libro Collage (1984), en el que el lector tiene que empezar por recortar las imágenes elegidas por él y pegarlas en su espacio correspondiente.
En el terreno de los manifiestos, tan solo el ánimo de ser exhaustivo me hace citar el dedicado a la siniestra Frida Kahlo, sobre cuyo estalinismo el maestro Granell, en uno de nuestros encuentros madrileños, me levantaba sospechas acerca de si hasta no habría participado en el asesinato de Trotsky; el propio Granell es nombrado en este escrito, con motivo del silencio de los críticos de arte portugueses al exponer por cuarta vez en Portugal, y si el manifiesto tiene algún sentido es precisamente por su ataque a los comisarios y críticos de arte portugueses (etc.). Algo bien distinto es la traducción del folleto “Por sus voces hablaban Magón y Zapata”, firmado por el grupo surrealista de París en  2010 y que, por cierto, cierra el volumen de Guy Girard Insoumission poétique, recopilación de los manifiestos y declaraciones de dicho grupo de 1970 a 2010. Aquí tenemos la última instantánea del amor nunca desmentido de los surrealistas hacia los pueblos amerindios, instantánea motivada por el asesinato a manos de fuerzas paramilitares de dos simpatizantes de los admirables indios triquis, cerca de Oaxaca.
La edición especial de 30 ejemplares numerados incluye: la foto erótica de Marlo Broekmans que ilustraba la primera parte de esta reseña; el dibujo a tinta china y acrílico dorado con pluma de gaviota sobre papel de Seixas Peixoto “Cabo Mondego”, con el cual cerramos esta nota; la pintura automática colectiva de Rik Lina y Miguel de Carvalho “Hojas muertas”, con poema impreso sobre acetato del segundo; una pintura automática sobre papel de Gregg Simpson; el dibujo a tinta china sobre papel de Rik Lina “Hurricane Machine”; y la reproducción del objeto de Guy Ducornet “Puño levantado”. Todo realizado en 2010, menos la foto, que es de 1996.

Europa de lo oculto


Serge Fauchereau y Joëlle Pijaudier-Cabot son los organizadores de este vasto dossier de más de 400 páginas y repleto de bellas y muchas veces poco conocidas ilustraciones, que acompaña una exposición que transita de Estrasburgo a Berna.
Tras una breve introducción de la organizadora, Daniel Bornemann traza un hábil panorama, que titula “Los senderos infinitos de lo imaginal”. Si la fecha de arranque es 1750, o sea cuando, en pleno corazón de las Luces, se produce un resurgir de lo hermético, no puede faltar una mirada retrospectiva, al Renacimiento, en que se produjo un fenómeno paralelo, enfocándolo Anny-Claire Haus, quien se centra en las figuras de Cranach el viejo, Durero, Mantegna y Hans Baldung Grien, de quien, por cierto, se reproduce su cuadro El palafrenero embrujado, que André Breton hizo formar parte de las once imágenes que interrogaban sobre el arte mágico en el monumental clásico de 1957.
El catálogo tiene cinco partes: “Lo romántico y lo oculto”, “Simbolismos”, “Abstracciones y otras expresiones de vanguardia”, “Constelaciones surrealistas” y “Cuando la ciencia medía los espíritus”.
En la primera parte, Serge Fauchereau indaga en “el negativo de las Luces”, yendo de Swedenborg a Víctor Hugo. Roland Recht se ocupa de la pintura alemana, en especial de los tres grandes: Carus, Runge y Freddie. Y Antonio Bonet hace una nota sobre “Goya y la tradición negra de la pintura española”.
La época simbolista la domina perfectamente Fauchereau, quien vuelve a realizar un demorado viaje por “lo oculto” en las diferentes vertientes creativas de la época. Los trabajos son aquí más concretos: Laurence Perry habla de Edouard Schuré y Los grandes iniciados, Olle Granath de los pintores Carl Fredrik Hill y Ernst Josephson, Osvaldas Daugels de Ciurlionis (a quien Fauchereau dedicó hace unos años una espléndida monografía) y Koëlle Pijaudier-Cabot de la danza.
En el capítulo de las abstracciones, de nuevo presentado por Fauchereau, Christoph Wagner se ocupa de “Las vanguardias y los dispositivos del esoterismo”, Estelle Pietrzyk de Arp y la naturosofía y Osamu Okuda de “la metamorfosis mediúmnica en Klee”.
Claro que el capítulo que más nos interesa es el siguiente. Fauchereau aquí, titulando sus páginas “La magia reencontrada”, no deja de hablar del “surrealismo según Breton”, la “vulgata surrealista”, las “manifestaciones oficiales del surrealismo”... Casi diríamos que esta es la parte menos interesante de la obra, ya que el ensayo siguiente, de Annie Le Brun, pese a poseer su brillantez acostumbrada, no es de lo mejor de ella. Aguda es su disquisición sobre Le Grand Jeu: “Sean las que hayan sido la altura y la intensidad de las preocupaciones de personajes como René Daumal, Roger Gilbert-Lecomte o Rolland de Renéville, su orientación cada vez más acentuada hacia una ascesis espiritual, por no decir religiosa, conducente a «liberarse de lo sensible que nos oculta una realidad superior», acaba por negar la dinámica del deseo de la que los surrealistas no disociaron nunca lo maravilloso”.
Si Fauchereau llama a Victor Brauner “el artista más emblemático de esta exposición”, hay un nombre que brilla por su ausencia, en verdad inexplicable: Maurice Baskine, surrealista y alquimista, cuya obra comienza a desplegarse en los años 40. No solo Baskine es una figura muy activa en el surrealismo de aquellos años, sino que la retrospectiva de 2003 en Cordes sur Ciel, con textos de Paul Sanda, Alain-Pierre Pillet, Jean Saucet, Michel Butor, Aimé Patri y Jehan Van Langhenhoven, así como el dvd de Jean Desvilles en el mismo año, impiden decir que sea un artista olvidado. El creador de la “fantasofía” es para nosotros uno de los grandes nombres del surrealismo, y el único artista alquimista del siglo XX que conocemos. Merecía en esta vasta obra incluso una nota particular. He aquí su tríptico “La reina loca”:


Joëlle Pijaudier-Cabot dedica un artículo muy sugestivo al art brut y el espiritismo, y si nos son suficientemente familiares los nombres de Lesage y Crépin, agradecemos la atención a otros más “ocultos”, como Laure Pigeon, Madge Gill, Comte de Tromelin, Madame Bouttier, Marguerite Burnat-Provins, Jeanne Tripier y Élise Müller, las dos últimas enfocadas en sendas páginas de Lucienne Pery y Savine Faupin.
El capítulo científico, desde Mesmer, sorprende por los cacharros y por las muestras de la conexión fotografía-ciencias ocultas.
En suma, una gran obra y un gran trabajo, sobre una materia que interesó al surrealismo desde sus propios albores. Editan los Musées de Strasbourg.

Noa Noa n. 11: contra los enterradores del surrealismo


Mário Cesariny dedica este beligerante número noanoesco a los dos caudillos del liquidacionismo surrealista: Jean Schuster y Jose Pierre. Se tuvo el trabajo de copiar el manifiesto que les habían dedicado los surrealistas argentinos con motivo de su última impostura, que tuvo lugar en São Paulo durante una llamada “Semana surrealista”, en la que los dos vividores a costa del surrealismo fueron convidados “de honor”.
No hace falta volver sobre una cuestión hace tiempo zanjada y en la que hoy cae el oprobio total sobre Jean Schuster en particular, pero también sobre su grupo de secuaces. Creían enterrar el surrealismo, pero se estaban enterrando a ellos mismos. ¡Que le vinieran a decir, al viejo león de Lisboa, unos señoritos de París, que el surrealismo se había acabado porque ellos así lo decretaban! ¡Váyanse ustedes a paseo! ¡Sálganme de aquí con el rabo entre piernas!
Schuster es tratado por los argentinos como embustero y mentiroso, y Jose Pierre como parásito del arte surrealista. Pero si de Schuster muy poco queda, de Jose Pierre restan algunos libros magníficos sobre el arte y los artistas surrealistas. Cuando Jose Pierre estaba con su amigo era tan dogmático e intolerante como él, pero, como era también –¡afortunadamente!– un viva la virgen, de pronto podía, como en L’univers surréaliste (1983), decir que lo único que había acabado era el grupo de París, posición que en nada coincidía con lo que venían machacando Schuster y sus amigos, empezando por él mismo, ni con lo que fue diciendo en São Paulo. Del mismo modo, tras ignorar en la misma obra la existencia de Cesariny (y del surrealismo portugués), prefacia la traducción que Isabel Meyrelles hace de su poesía en 1994 (Labyrinthe du chant, colección “Clásicos de la poesía portuguesa”, L’Escampette), destacando el “papel mayor que en Portugal Mário Cesariny ha jugado y continúa jugando en la difusión del surrealismo y de sus «valores»” (cursivas mías). Ese prefacio era magnífico, ya que no se trata aquí de cuestionar la valía de Jose Pierre, como tampoco de ser retroactivos con las “batallas” por el surrealismo llevadas a efecto por Jean Schuster antes del “decreto funerario” del 69.
Precisamente ejerciendo de empresarios de pompas fúnebres, me los encontré yo en la Dulcería Egon de La Orotava en 1989, con motivo de una exposición sobre historia del surrealismo que tenía lugar en el Caam de Las Palmas de Gran Canaria, sin interesarme lo más mínimo trabar relación alguna con ellos, a diferencia de lo que hice con mi inolvidable Edouard Jaguer.
Aunque la hazaña liquidacionista está ya difunta y bien difunta, y al surrealismo ya no le interesan esas historias trasnochadas, este “manifiesto” sigue siendo válido para todas las chácharas (habladas o escritas, pasadas o recalcitrantes) de los enterradores del surrealismo que formaron parte del surrealismo.

Breves

Sobre el nuevo relato de Mattias Forshage, remitimos a http://terrestrialcephalopod.blogspot.com, un blog delicioso en el que además agradecemos la nota dedicada a Caleidoscopio surrealista.


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Han desaparecido recientemente el bretón Jean-Pierre LeGoff, amigo del grupo parisino a caballo de los 60 y los 70 (aunque no colaboró ni en L’Archibras ni en el BLS) y protagonista luego de interesantes acciones antiespectaculares, y Joseph Noiret, que estuvo en el llamado “Surrealismo Revolucionario”, Cobra y la revista Phantomas (que, por cierto, poco honor hizo a su glorioso nombre).
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En el centenario Granell, se publica el libro del maestro Arte y artistas de Guatemala, presentado en la Galería Guillermo de Osma. Una buena ocasión de darnos un salto, de la mejor mano y manera posible, a un país muy poco conocido, a donde llegó Granell en 1946 y de donde tuvo que marcharse ante el hostigamiento estalinista (lo llamaría “pequeña Checoslovaquia americana”), como antes de Puerto Rico por negarse a firmar un documento de adhesión al régimen del dictador Trujillo.
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Reproducimos esta nota sobre la publicación de 100 años de Matta. El inverso del universo, aparecida en la página “Hojas del Árbol de la Poesía”:
“Este bello «libro catálogo» a cargo de Enrique de Santiago y Ximena Olguinque lo acaba de publicar la fundación ItaúdeChile, en celebración de los cien años del nacimiento de Roberto Matta, uno de los pintores latinoamericanos participantes en el movimiento surrealista de entreguerras más destacados. Prosigue la tradición elegante y de gran formato que adoptaron las publicaciones del «mouvement» francés a partir de la revista Minotaure (1933-39), conjugando en su contenido,  de manera siempre magistral, la imagen plástica y la verbal… Receta o fórmula libertaria y emancipadora a  la que renunciaría, por ejemplo, a partir de su n. 10,   la revista Salamandra, órgano de difusión de los actuales surrealistas españoles, en un ataque de pánico puritano e iconoclasta, para ir a parar en una ascesis pretendidamente anticonsumista y anticapitalista. Por fortuna, esta tradición, que no renuncia a conjugar el lujo y la belleza editorial con la calidad poética y pictórica, cuenta en la actualidad con editores de  la talla impecable de Miguel de Carvalho en Portugal o Enrique Lechuga en Canadá… Porque nada resulta más subversivo hoy en día que profesar de nuevo el culto de la belleza en un mundo mortalmente feo y repulsivo como el que nos ha tocado en suerte… que no resulta tolerable sino a condición de vivir borrachos o drogados, como quería Baudelaire”.
Participan en esta publicación, y en la exposición que la ha acompañado, Sara Ávila, Victor Chab, Jean Claude Charbonel, Gerardo Chávez, Miguel de Carvalho, Enrique de Santiago, Guy Ducornet, Rikki Ducornet, Freddy Flores Knistoff,  Guy Girard,  Hervé Girardin, Raúl Henao, Jorge Kleiman, Rik Lina, Carlos M. Luis,  Mordant Thomas, Mario Murua, Fernando Palenzuela, Ody Saban,  Laurens Vancrevel, Lennin Vásquez Concha, Rodrigo Verdugo Pizarro, Susana Wald, John Welson, Ludwig Zeller y el grupo surrealista de São Paulo.

lunes, 5 de marzo de 2012

“Debout sur l’oeuf”, n. 1 (I)


Aunque publicada ya hace algunos meses, no podemos dejar de reseñar esta asombrosa revista-objeto. Es la primera revista de estas características que aparece en Portugal, y una de las más bellas revistas-objeto del movimiento surrealista en su conjunto, la riqueza del contenido aliándose a la maravillosa presentación. Sobre aquel, a nadie sorprenderá –lo pregona ya el propio título– la dimensión internacional, que desde los tiempos de Cesariny es una constante del surrealismo en tierras lusas; sobre la heterogeneidad formal, no hace falta decir que nunca cae en el menor esteticismo. El lujo de esta sorprendente sinfonía de textos e imágenes nos hace pensar en los últimos números de Minotaure, pero con esa variedad de presentación que convierte el descubrimiento de Debout sur l’eouf en una entrada en la cueva de Alí Babá, casi temiendo el aventurero que vayan a irrumpir de pronto los 40 ladrones y se le acabe el placer de tantos hallazgos. Por no decir que uno se pellizca para dar crédito a lo que está viendo.
El contenido viene en una caja de chopo, habiéndose hecho una tirada de 70 ejemplares “normales”, más 30 ejemplares que añaden 6 piezas originales. El editor, Miguel de Carvalho, presenta la revista en una hoja: “De pie sobre el huevo en toda su plenitud, en una embarcación estructurada por el surrealismo, naveguemos por mares que bordean las ensenadas de la imaginación y del deseo, en las ensenadas de las ensenadas en la mayor de las ensenadas”. El título procede de una estrofa de Pleine marge:
“Entre todas la antigua pequeña guardiana alada de la Puerta
Por donde las conjeturas se introducen entre los carricoches
Me enseña unas cajas con inscripciones ideográficas alineadas a lo largo del Sena
Está de pie sobre el huevo del loto roto contra mi oreja”.
Estrofa que comentan así los editores de las obras completas de Breton: “Las representaciones de divinidades emergiendo de una flor de loto estilizada como de un huevo son frecuentes en Extremo Oriente; la evocación se enriquece sin duda aquí con la imagen de una apsara, divinidad voladora que, con una flor de loto en la mano, guarda la puerta. En fin, en la proyección geográfica del texto, ella se asocia probablemente al recuerdo de un paseo sobre los muelles del Sena donde eran descargadas mercancías exóticas”. Nada mejor que esta imagen para una revista que surge en un país una de cuyas grandes singularidades es la apertura al más remoto oriente, aunque Miguel de Carvalho prefiere asociar el huevo-loto a las medusas que aparecen en el poema tres versos después (“el traje de baile de las medusas”).
En esta presentación se relata el historial del proyecto DSO, que arrancó en 2005 y no ha parado desde entonces, con manifiestos, exposiciones, ediciones, folletos y la creación de la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, núcleo abierto de producción artística y poética colectiva. Pero entremos en este número de DSO.
De Miguel de Carvalho tenemos un mensaje en un diminuto frasco de vidrio tapado con corcho lusitano: “despertar las vértebras para respirar hondo las palabras antropófagas y curar el cuerpo en los escombros del secreto, vibrando en la edad borracha y viciante de la memoria”; en el índice, este “poema visual” recibe el título de “Bottle in a message”. También, un collage en homenaje al cartero Cheval: “El pájaro en el Palacio Ideal”, y el montaje “Black pearls” acompañando un “Autorretrato” en dos prosas. Pero la imagen que mostramos aquí es una hoja con Rik Lina, titulándose su óleo “El planeta rojo 2003”:


De Rik Lina hay diversas colaboraciones. Así, un cuaderno incluye el óleo “El lamento del delfín”, junto a un dibujo de Virginia Tentindó (“Viaje de Venus al infierno”), sendos poema de Rikki Ducornet (“Chi gong”) y Roberto Yáñez, del grupo surrealista chileno Derrame. Pero lo más impresionante es el cuaderno titulado “El rito de Laguna Verde”, donde, con dos fotos documentales, se refiere la experiencia colectiva con el artista Jorge Leal-Labrín y el poeta Gregorio Paredes, en un bosque cerca de la estación de montaña Laguna Verde. Esta experiencia de pintura automática al aire libre estuvo marcada por el azar, ya que la colaboración de Paredes fue “pura coincidencia”, el material se pertrechó sobre la marcha y el lugar también fue improvisado, ya que la idea original era intervenir sobre una plaza de Valparaíso, pero ello no pudo hacerse por una serie de circunstancias desgraciadas y hasta el material original desapareció; por lo demás, “como es costumbre en la pintura automática, el proyecto fue concebido de imprevisto. El único concepto era la falta de concepto”:
“Hacia las once y media, la compañía –artistas e invitados– se metió en el bosque. Un claro fue escogido, situado bajo el mayor árbol de los alrededores: un eucalipto secular en flor. A una decena de metros se erguía un número de grandes macizos rocosos bajo la luz de las estrellas; era luna llena. Algunas bujías fueron encendidas y el material fue preparado para su uso, extendido sobre el terreno. Mientras Jorge comenzaba un «fumage» con una de las bujías en un rincón, Rik rociaba de agua y de tinta otro: el «coulage». El trabajo había comenzado. Bajo los ojos de los espectadores, una gran pintura automática ha nacido. Era difícil ver como eso se ha hecho, incluso casi imposible –también para los creadores–, porque estaba muy oscuro, exceptuada la luz vacilante de las bujías y los flashs ocasional de las máquinas de fotos. El trabajo ha finalizado tan rápidamente como había comenzado y la pintura acabada fue visible en el espacio de un segundo en el momento en que todas las cámaras simultáneamente, como se había convenido, han pasado como un relámpago. Mientras que los pintores recogían sus bártulos, Gregorio Paredes había hecho su trabajo. Ellos colocarían sus palabras, una vez seca la pintura, en los espacios blancos dejados abiertos. Los espectadores se han quedado allí como hipnotizados, ante un rito que parecía presentarse fuera del tiempo. Ese espectáculo de pintores danzando sobre su obra en un círculo luminoso vacilante, evocaba el tiempo de los pintores de cavernas, esa noche de los tiempos del arte, cuando nació el pacto entre la magia y el arte, el punto de partida de una tradición surrealista continua”.
Rik Lina, como es sabido, también forma parte de la CMSPS, que nos ofrece por otro lado el colectivo “Autumn leaves”, compuesto de un poema de João Rasteiro, hojas de eucalipto pintadas, y una fotografía y una pintura de Seixas Peixoto, estos dos nombres siendo otros de los más activos partícipes de la Sección. De João Rasteiro, el poema “Iniciación” viene ilustrado por una inquietante foto de Marcus Salgado, del grupo brasileño Decollage. Y por seguir con la presencia portuguesa, anotemos, comenzando con tres “veteranos”: de Cruzeiro Seixas, un poema en una carta a DSO y un cadáver exquisito con John Welson; de Carlos Martins, un collage anticlerical y el texto teórico “El surrealismo es la poesía en fuego”, con un cadáver exquisito de Alfredo Luz y Rik Lina; de Raúl Perez, una pintura junto a un texto teórico de Nicolau Saião, quien ya en el catálogo de la exposición que organizaron en 1984 Cesariny y Carlos Martins participó con tres poemas; de Luiz Morgadinho, el óleo “Marcha de los hombres sin pensamiento”; de Luis Costa, cuatro poemas con una foto no menos inquietante de otra figura brasileña, Fátima Roque; de Alfredo Luz, el óleo “Con cuántas se hace una nube”, junto al largo poema, “Bitácora de viaje”, de otro componente de Derrame, Enrique de Santiago (“muchos siguieron derroteros conducentes a poltronas binarias, / pero yo mantengo el ojo ávido / hacia los horizontes oníricos, / preso del agradable tránsito, / al igual que las medusas”); y de Pedro Prata un óleo en un cuaderno con una pintura colectiva del grupo Cornucopia (John Welson-Gregg Simpson-Rik Lina) y varios poemas del colombiano Raúl Henao. Veamos el cadáver exquisito de Cruzeiro Seixas y John Welson, siendo obvia la parte de uno y otro:


Este número de DSO es un bocado demasiado grande y rico como para zampárnoslo de una vez, así que continuaremos el próximo lunes. Dejémoslo hoy con esta bellísima foto de Marlo Broekmans, “Pulpo Play”, que viene pegada en el interior de la tapa de la revista:

Noa Noa nn. 10 y 12: Debra Taub


Sigue Cesariny dando la nota anticlerical, o no hubiera tenido que tragar tanta porquería religiosa en su país. Esta vez se trata de un tríptico de postales, pero la reproducción chapucera no permite ver la actuación sobre la primera imagen, en la que yo creo ver una foca, pero a la vez con la seguridad de estar equivocado.
Debra Taub es una de las figuras claves del grupo Arsenal, decisiva en la larga y tan rica singladura del surrealismo en tierras yankis. Nacida en la misma Chicago en 1954, a los 20 años se incorpora al surrealismo, con el que ha identificado su vida. En la exposición del 76, “Marvelous Freedom/Vigilance of Desire”, elaboró la Esquina de las Máscaras, llevando el catálogo esta contribución suya:


Debra Taub es escritora y artista (dibujos, collages, pinturas), aparte formar parte su nombre del exótico capítulo del surrealismo y la danza. Ha colaborado en todas las publicaciones del grupo de Chicago, y así podríamos destacar, en el n. 4 de Arsenal, los collages a doble página de “Hypnotina, o la aparición de la medianoche esmeralda”, con textos de Robert Green. Participó en la exposición surrealista internacional de Lisboa (1984), con la pieza de tinta china y collage “La aljaba del último monarca”.
El noa noa n. 12 también llevó una postal interpretada de Debra Taub, en este caso tomando como blanco el nacionalismo/colonialismo portugués. Pero la reproducción vuelve a ser pésima:


De Debra Taub veamos ahora este “Homenaje a Arthur Cravan”, referencia fija de la revuelta surrealista:

Mabille en las Edições Loplop


El grupo Decollage ha resurgidode nuevo con esta publicación de las Edições Loplop, traducción de un bello texto de Pierre Mabille publicado en 1958 (o sea, seis años tras su muerte), en Les Lettres Nouvelles.
Pierre Mabille relata su asistencia a una ceremonia vudú en Haití, mereciendo destacarse aquí estos pasajes:
“Todas las discusiones promovidas por los racionalistas modernos sobre la simulación o la sinceridad de los espíritus y de las pitonisas demuestran hasta qué punto la mentalidad racionalista lógica y científica (que maneja con dificultad su principio de identidad) es incapaz de aprehender todas las sutilezas del mecanismo de la simulación y de la verdad”. “El estado en que se encontraba la mambo es exactamente comparable a aquel en que se encuentra el artista en el momento en que crea, el actor durante su actuación, todos los que se sienten poseídos por un mecanismo que no se conoce y al que llaman inspiración, sentido como una voz, como una fuerza que en ellos habla, que los posee, que los penetra y hace que se muevan a su designio”. “Nos asociamos a la protesta surrealista contra las religiones que han obstruido y sistematizado aquello, que en el hombre, tiene el poder de superarlo, y ello hecho con una finalidad de explotación consciente”.
Esta pequeña edición adquiere mayor valor por la reproducción de los cuatro dibujos originales de Wifredo Lam y por la presentación, sobria y certera, de Marcus Salgado.