lunes, 5 de marzo de 2012

“Debout sur l’oeuf”, n. 1 (I)


Aunque publicada ya hace algunos meses, no podemos dejar de reseñar esta asombrosa revista-objeto. Es la primera revista de estas características que aparece en Portugal, y una de las más bellas revistas-objeto del movimiento surrealista en su conjunto, la riqueza del contenido aliándose a la maravillosa presentación. Sobre aquel, a nadie sorprenderá –lo pregona ya el propio título– la dimensión internacional, que desde los tiempos de Cesariny es una constante del surrealismo en tierras lusas; sobre la heterogeneidad formal, no hace falta decir que nunca cae en el menor esteticismo. El lujo de esta sorprendente sinfonía de textos e imágenes nos hace pensar en los últimos números de Minotaure, pero con esa variedad de presentación que convierte el descubrimiento de Debout sur l’eouf en una entrada en la cueva de Alí Babá, casi temiendo el aventurero que vayan a irrumpir de pronto los 40 ladrones y se le acabe el placer de tantos hallazgos. Por no decir que uno se pellizca para dar crédito a lo que está viendo.
El contenido viene en una caja de chopo, habiéndose hecho una tirada de 70 ejemplares “normales”, más 30 ejemplares que añaden 6 piezas originales. El editor, Miguel de Carvalho, presenta la revista en una hoja: “De pie sobre el huevo en toda su plenitud, en una embarcación estructurada por el surrealismo, naveguemos por mares que bordean las ensenadas de la imaginación y del deseo, en las ensenadas de las ensenadas en la mayor de las ensenadas”. El título procede de una estrofa de Pleine marge:
“Entre todas la antigua pequeña guardiana alada de la Puerta
Por donde las conjeturas se introducen entre los carricoches
Me enseña unas cajas con inscripciones ideográficas alineadas a lo largo del Sena
Está de pie sobre el huevo del loto roto contra mi oreja”.
Estrofa que comentan así los editores de las obras completas de Breton: “Las representaciones de divinidades emergiendo de una flor de loto estilizada como de un huevo son frecuentes en Extremo Oriente; la evocación se enriquece sin duda aquí con la imagen de una apsara, divinidad voladora que, con una flor de loto en la mano, guarda la puerta. En fin, en la proyección geográfica del texto, ella se asocia probablemente al recuerdo de un paseo sobre los muelles del Sena donde eran descargadas mercancías exóticas”. Nada mejor que esta imagen para una revista que surge en un país una de cuyas grandes singularidades es la apertura al más remoto oriente, aunque Miguel de Carvalho prefiere asociar el huevo-loto a las medusas que aparecen en el poema tres versos después (“el traje de baile de las medusas”).
En esta presentación se relata el historial del proyecto DSO, que arrancó en 2005 y no ha parado desde entonces, con manifiestos, exposiciones, ediciones, folletos y la creación de la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, núcleo abierto de producción artística y poética colectiva. Pero entremos en este número de DSO.
De Miguel de Carvalho tenemos un mensaje en un diminuto frasco de vidrio tapado con corcho lusitano: “despertar las vértebras para respirar hondo las palabras antropófagas y curar el cuerpo en los escombros del secreto, vibrando en la edad borracha y viciante de la memoria”; en el índice, este “poema visual” recibe el título de “Bottle in a message”. También, un collage en homenaje al cartero Cheval: “El pájaro en el Palacio Ideal”, y el montaje “Black pearls” acompañando un “Autorretrato” en dos prosas. Pero la imagen que mostramos aquí es una hoja con Rik Lina, titulándose su óleo “El planeta rojo 2003”:


De Rik Lina hay diversas colaboraciones. Así, un cuaderno incluye el óleo “El lamento del delfín”, junto a un dibujo de Virginia Tentindó (“Viaje de Venus al infierno”), sendos poema de Rikki Ducornet (“Chi gong”) y Roberto Yáñez, del grupo surrealista chileno Derrame. Pero lo más impresionante es el cuaderno titulado “El rito de Laguna Verde”, donde, con dos fotos documentales, se refiere la experiencia colectiva con el artista Jorge Leal-Labrín y el poeta Gregorio Paredes, en un bosque cerca de la estación de montaña Laguna Verde. Esta experiencia de pintura automática al aire libre estuvo marcada por el azar, ya que la colaboración de Paredes fue “pura coincidencia”, el material se pertrechó sobre la marcha y el lugar también fue improvisado, ya que la idea original era intervenir sobre una plaza de Valparaíso, pero ello no pudo hacerse por una serie de circunstancias desgraciadas y hasta el material original desapareció; por lo demás, “como es costumbre en la pintura automática, el proyecto fue concebido de imprevisto. El único concepto era la falta de concepto”:
“Hacia las once y media, la compañía –artistas e invitados– se metió en el bosque. Un claro fue escogido, situado bajo el mayor árbol de los alrededores: un eucalipto secular en flor. A una decena de metros se erguía un número de grandes macizos rocosos bajo la luz de las estrellas; era luna llena. Algunas bujías fueron encendidas y el material fue preparado para su uso, extendido sobre el terreno. Mientras Jorge comenzaba un «fumage» con una de las bujías en un rincón, Rik rociaba de agua y de tinta otro: el «coulage». El trabajo había comenzado. Bajo los ojos de los espectadores, una gran pintura automática ha nacido. Era difícil ver como eso se ha hecho, incluso casi imposible –también para los creadores–, porque estaba muy oscuro, exceptuada la luz vacilante de las bujías y los flashs ocasional de las máquinas de fotos. El trabajo ha finalizado tan rápidamente como había comenzado y la pintura acabada fue visible en el espacio de un segundo en el momento en que todas las cámaras simultáneamente, como se había convenido, han pasado como un relámpago. Mientras que los pintores recogían sus bártulos, Gregorio Paredes había hecho su trabajo. Ellos colocarían sus palabras, una vez seca la pintura, en los espacios blancos dejados abiertos. Los espectadores se han quedado allí como hipnotizados, ante un rito que parecía presentarse fuera del tiempo. Ese espectáculo de pintores danzando sobre su obra en un círculo luminoso vacilante, evocaba el tiempo de los pintores de cavernas, esa noche de los tiempos del arte, cuando nació el pacto entre la magia y el arte, el punto de partida de una tradición surrealista continua”.
Rik Lina, como es sabido, también forma parte de la CMSPS, que nos ofrece por otro lado el colectivo “Autumn leaves”, compuesto de un poema de João Rasteiro, hojas de eucalipto pintadas, y una fotografía y una pintura de Seixas Peixoto, estos dos nombres siendo otros de los más activos partícipes de la Sección. De João Rasteiro, el poema “Iniciación” viene ilustrado por una inquietante foto de Marcus Salgado, del grupo brasileño Decollage. Y por seguir con la presencia portuguesa, anotemos, comenzando con tres “veteranos”: de Cruzeiro Seixas, un poema en una carta a DSO y un cadáver exquisito con John Welson; de Carlos Martins, un collage anticlerical y el texto teórico “El surrealismo es la poesía en fuego”, con un cadáver exquisito de Alfredo Luz y Rik Lina; de Raúl Perez, una pintura junto a un texto teórico de Nicolau Saião, quien ya en el catálogo de la exposición que organizaron en 1984 Cesariny y Carlos Martins participó con tres poemas; de Luiz Morgadinho, el óleo “Marcha de los hombres sin pensamiento”; de Luis Costa, cuatro poemas con una foto no menos inquietante de otra figura brasileña, Fátima Roque; de Alfredo Luz, el óleo “Con cuántas se hace una nube”, junto al largo poema, “Bitácora de viaje”, de otro componente de Derrame, Enrique de Santiago (“muchos siguieron derroteros conducentes a poltronas binarias, / pero yo mantengo el ojo ávido / hacia los horizontes oníricos, / preso del agradable tránsito, / al igual que las medusas”); y de Pedro Prata un óleo en un cuaderno con una pintura colectiva del grupo Cornucopia (John Welson-Gregg Simpson-Rik Lina) y varios poemas del colombiano Raúl Henao. Veamos el cadáver exquisito de Cruzeiro Seixas y John Welson, siendo obvia la parte de uno y otro:


Este número de DSO es un bocado demasiado grande y rico como para zampárnoslo de una vez, así que continuaremos el próximo lunes. Dejémoslo hoy con esta bellísima foto de Marlo Broekmans, “Pulpo Play”, que viene pegada en el interior de la tapa de la revista: