lunes, 29 de abril de 2013

“Infosurr”, 98 y 99


Infosurr anuncia con estos números la aparición muy próxima del que hará el 100, así como la conversión de la revista, para ganar algo de tiempo, en publicación trimestral.
Señalemos que en la página web existe un muy útil índice onomástico, de los números 1 al 91.
Estos dos últimos números incluyen tres necrológicas: Jorge Camacho, Don Lacoss y René Rougerie.

La de Jorge Camacho la hace Gérard Durozoi, a quien se debe una gran entrevista de 1998, que yo tuve el placer de traducir al español cuando el artista visitó Tenerife. En la foto que acompaña el texto, y que reproduzco aquí, vemos a Camacho con Breton en 1964, durante la inauguración de la legendaria exposición parisina, que contó con un magistral texto del fundador del surrealismo. En la foto, vuelve a advertirse que la figura de Breton nunca fue más impresionante como en sus últimos años. En cuanto a Camacho, aparece fumando un habano con toda distinción (el buen fumador sabe que el cigarro puro se sostiene entre el dedo índice y el pulgar), pero que no se vea en ello prepotencia o signo de bon vivant, porque para un muchacho cubano (o canario, por cierto), fumar puros, y saberlos fumar, era lo más natural del mundo. Ese fantástico artista y fantástica persona que fue Jorge Camacho, hubiera corroborado mis palabras.
La semblanza de Don Lacoss, extensa, la traza el Movimiento surrealista de los Estados Unidos, y la traduce Guy Ducornet, quien mucho lo apreciaba, y a quien veía como el verdadero sucesor, trágicamente malogrado, de Franklin Rosemont. Menos conocido, al menos por mí, es René Rougerie, editor artesano de poesía sobre quien hay el libro de Christian Viguié René Rougerie une résistance souveraine (2010).

El libro más importante reseñado es Invisible Heads, una obra fascinante que llegué a tiempo de incluir en Caleidoscopio surrealista. Hace la reseña Laurens Vancrevel, y entra en terreno polémico (ya yo tengo noticia de una respuesta a su escrito), al tejer algunas críticas al antiguo grupo de Chicago (1). Yo en particular no quiero de ninguna manera oponer el grupo de Chicago a las figuras de Invisible Heads, que Vancrevel llama “disidentes”. Porque es una disidencia sin en ningún momento renegar del surrealismo (y que no se ha dedicado, por suerte, a alimentarse de rencores), y porque el grupo en torno a Franklin Rosemont me ha merecido siempre muchísima estima. Lo que sí he dicho y vuelvo a decir, es que discrepo de la goma de borrar retroactiva, como la que maneja Ron Sakolsky en Surrealist Subversions, obra no menos apasionante de 2003, pero de la que es extirpada toda presencia de Allan Graubard, Thom Burns, Stephen Schwartz, Jean-Jacques Jack Dauben, Timothy R. Johnson, Tom Burghardt, Ronald L. Papp o Lawrence Weisberg. Que ya es decir. Cuando Aldo Pellegrini, en 1961, asesorado por André Breton y Édouard Jaguer, hizo su maravillosa Antología de la poesía surrealista en lengua francesa, allí no faltaban Éluard, Aragon, Dalí y Tzara, quienes además, con respecto a los “disidentes” americanos, sí que habían renegado del surrealismo.
Dejando el lado polémico, señalemos la apreciación de Vancrevel en el sentido de que este libro (que “no debe faltar en la biblioteca de todos los que se interesen por el surrealismo internacional”­) pueda “servir de modelo para revelar otras aventuras colectivas surrealistas a lo largo del mundo”. Y merece apuntarse también algo que yo mismo eché en falta, y es que un libro de estas características debe llevar obligatoriamente un índice onomástico y un capítulo bibliográfico.

Los 21 cuadernitos de Brumes Blondes que ha ido editando el propio Laurens Vancrevel en siete meses frenéticos, cada uno con su ilustración, son objeto de una reseña de Her de Vries. Aparte los autores neerlandeses los hay de otras lenguas, traducidos siempre por Vancrevel; entre ellos tenemos a Édouard Jaguer, Guy Cabanel, Beatriz Hausner, Sergio Lima, Allan Graubard, Ludwig Zeller, Raúl Henao, Jacques Lacomblez, Mattias Forshage y Rodrigo Hernández Piceros –amigos, en fin, de esa vasta proyección surrealista mundial por la que se han movido desde sus orígenes estas brumas rubias.
Más lejos del surrealismo, Dominique Rabourdin hace una reseña larga (y, por supuesto, perfecta) de los Manuscrits de guerre de Julien Gracq, mientras que el catálogo Jacques Hérold et le surréalisme (Museo Cantini) recibe la atención de Richard Walter, quien lamenta algunos errores históricos como yo he podido lamentar (o más bien denostar) el absurdo cuadro cronológico del final, en que los escasísimos datos de los años 50 y 60 (acaba con la muerte de Breton) incluyen como notables las defunciones de Frida Kahlo y de Pierre Roy y la fundación del club situacionista. Un verdadero desastre, habiendo como hay aceptables fuentes a las que acudir.

Jacques Lacomblez

Otras exposiciones anotadas: las de Jean-Claude Charbonel y John Welson “The Celtic Eye”, de la que yo mismo he hablado y que comenta Kenneth Cox; la retrospectiva de cajas y pinturas de Paul Duchein “Capteur de rêves”, por Richard Walter; la de Jacques Lacomblez “Rituels”, acompañada de la breve publicación, en la misma galería Quadri, de Un temps de courte paille, recopilación de textos breves dedicados a Guy Cabanel, exposición y publicación detallada y excelentemente comentadas por France Élysées; y por último la de objetos surrealistas en Alemania (“Surreale Dinge”), por Heribert Becker, quien señala las deficiencias y aberraciones académicas de costumbre (El amor loco considerado “novela”, las sandeces de las feministas universitarias, en este caso germánicas, sobre André Breton y los surrealistas), además de la presunción de presentar por primera vez “de manera verdaderamente panorámica las obras tridimensionales del surrealismo” y de abordarlas de un modo “seriamente científico” (no solo tenemos que aguantar este último cretinismo, sino que se olvida por completo el espléndido catálogo que hizo Emmanuel Guigon en el Ivam... cuya portada, con las gafas polifémicas de Marcel Marïen, es, encima, plagiada descaradamente aquí).
Ya que acabamos de citar a Marcel Marïen, acabemos con la reseña que del dvd L’invention du cinéma hace Dominique Rabourdin. ¡Una película ineludible!


(1) Corrijo lo que originalmente decía aquí sobre el grupo de Chicago, ya que nunca se ha dicho "Movimiento surrealista de los Estados Unidos", sino "Movimiento surrealista en los Estados Unidos".

Los collages de Franz Roh

Este catálogo acompaña una exposición que se ha sucedido en Córdoba, Madrid (Galería Guillermo de Osma) y Tenerife (Tea), y viene a sumarse al catálogo sobre Franz Roh que publicó en 1997 el Ivam (Franz Roh. Teórico y fotógrafo).
Los 44 collages que se reproducen son de los años 20, 30 y 40, y ostentan frescura, humor y lirismo, sin duda bajo la égida del surrealismo.
Isidro Hernández, acertado como siempre, hace el artículo sobre Franz Roh, señalando la predilección por las figuras anatómicas, los motivos animales y vegetales y las escenas marinas, siempre a partir de las revistas ilustradas decimonónicas, ya que “es evidente la proximidad formal de los collages de Franz Roh con los de Max Ernst”. En este sentido, uno de los collages reproducidos, de mediados de los años 30, está dedicado a Max Ernst, y Franz Roh escribió sobre los collages de su compatriota dos artículos. Isidro Hernández comenta luego algunos de los collages y acaba señalando la importancia de Realismo mágico en la vanguardia canaria. Esa influencia fue muy grande, y Agustín Espinosa cita, incluso en una de sus obras mayores, Lancelot 28º-7º, pinturas que ha conocido por ese libro.
El catálogo lleva un apéndice con imágenes de Alfonso Buñuel, Benjamín Palencia y Adriano del Valle, más un artículo sobrante sobre el collage en España, que, aparte ignorar los trabajos de Emmanuel Guigon, incurre en las bobadas antisurrealistas de costumbre: Franz Roh se contrapuso “a las imperantes tendencias dogmáticas y restrictivas del momento”, La Main à Plume era un “grupo ortodoxo surrealista” (¿cuáles eran los heterodoxos?), “el hipnotismo y el espiritismo serían pronto prohibidos dentro del grupo surrealista comandado por Bretón (sic)”. ¡Qué rancia musiquilla de violín!

lunes, 22 de abril de 2013

¡André Breton en China!


Guy Girard continúa sorprendiéndonos con sus autoediciones en Saint-Ouen. Esta vez funde el surrealismo con sus particulares amores orientales, en un breve y divertido André Breton en Chine. Pierre-André Sauvageot, habitualmente a cargo de los frontispicios de estas publicaciones de Guy Girard, lo que ha hecho aquí es reunir la documentación fotográfica, con cinco fotos realizadas por Raymond Tchang, el retrato daliniano de Li Xiao-Tu, y una foto de Dalí por la propia Li Xiao-Tu.
Raymond Tchang anduvo en el surrealismo parisino allá por los primeros años 30, pero solo se conocen de él dos poemas en el número surrealista de la revista belga Documents. Se llamaba Tchang Jin-Fu, tomando su nombre francés como homenaje al poeta de Locus Solus. Guy Girard parte de las teorías ucrónicas de Charles Renouvier, filósofo decimonónico junto a cuyo puente onomástico vivió Girard en París un tiempo, para describirnos el viaje de Breton y Dalí a la China, viaje anunciado al primero por las videntes que entonces consultaba: “Según parece, me veré obligado a ir a la China, hacia 1931, y allí correré grandes peligros durante veinte años”. El viaje, según Guy Girard, se celebró realmente en 1932, se sumó a él Salvador Dalí, no duró sino unos meses y los peligros no fueron muchos. En las fotografías de Raymond Tchang, que fue el anfitrión de sus dos amigos, vemos a Breton en la frontera sino-tibetana, a Dalí preparado para subir al Potala y a ambos al llegar a Shangai (viajaron en el “Aurelia”) y con Alexandra David-Néel, ante un convento de lamas.


¿Y Li Xiao-Tu? Esa es la joven y guapa intérprete, que pronto se empató con Dalí, quien le hizo este gracioso retrato con los relojes blandos; a su vez, de Li Xiao-Tu es la foto en que vemos al Dalí de los buenos viejos tiempos ataviado para asistir a una fiesta tradicional.
La estancia bretoniana en Shangai convocó a un grupo de jóvenes que hasta proyectaron la creación de un grupo surrealista, pero también puso ya en evidencia los males del comunismo autoritario. En Guangzhou, descubren en un jardín una colección de piedras de sueño, y si Breton se cree transportado a los cuadros de Tanguy, a Dalí le parece haber vuelto a los caprichos geológicos del Cabo Creus. Viajan luego a la provincia natal de Tchang, o sea a Sichuan, y encuentran en Chengdu a la citada Alexandra David-Néel, que les enseña lo que sabe del budismo y del taoísmo, poniéndose a debatir sus afinidades con el surrealismo. Sigue la expedición al Tibet, siendo recibidos en Lhassa por el propio Dalai-Lama, a quien retrata Dalí y que le agradece a Breton la carta que el grupo surrealista le ha enviado en 1925. Breton inquiere en vano por la legendaria Aggartha y adquiere magníficos mandalas...
Este cuaderno de Guy Girard, aparte su valor en sí, interesa porque abre caminos lúdicos verdaderamente apasionantes. ¡Cuánto pueden espolear nuestra imaginación, en efecto, estas posibilidades ucrónicas!
“Considerando no solo las actividades, hoy, en numerosos países, de grupos organizados o de individuos que se consideran surrealistas, pero también la pujanza mítica de este movimiento emancipador, inacabado e inacabable, he comenzado a imaginar superponer, a lo que es conocido de la historia del surrealismo, bifurcaciones, errancias posibles hacia los campos, ellos también, sin duda, magnéticos, de lo irrealizado. Juegos con la memoria, que es hija adoptiva de la imaginación: hay fechas de funcionamiento simbólico”.

La imaginación insurgente de Antonio Ramírez

Desde 1997, la revista Salamandra esgrime como uno de sus lemas el de la “imaginación insurgente”. En realidad, toda verdadera imaginación es insurgente, pero hay que aclararlo, porque no muy lejos medra una seudoimaginación que se alimenta de una suerte de fantástico formal y edulcorado, como se ve de sobra en la literatura, en la pintura o en el cine.
Como expresión del grupo surrealista madrileño, surge ahora la revista Imaginación Insurgente, que se planta en el ruedo con estas intenciones:
“Esta publicación nace con la idea de explorar los poderes de lo imaginario en todas sus formas de expresión. Frente al actual desencantamiento y desolación del mundo, respondemos con la esperanza de extraer algo de magia transformadora allí donde todavía quedan tesoros ocultos: los sueños, la analogía, el delirio, el erotismo, la imaginación. Solo recorriendo el camino al revés podremos regresar a la fuente de todos los mitos. Ignorando y despreciando las fuerzas que han convertido lo imaginario en un producto más del supermercado, pretendemos recuperar la capacidad de maravilla. Nos negamos a darnos por vencidos”.
Este primer número, de 28 páginas, está íntegramente ocupado por los dibujos de Antonio Ramírez que componen la serie “La habitación negra”. La semblanza al final nos dice que Antonio Ramírez nació en Sevilla en 1973, carece de cualquier formación artística o académica, forma parte del grupo surrealista madrileño desde fines de los 90 y ha sido redactor de las revistas Engranajes y El Naufragio, así como organizador de la página web musical “Mentes de ácido”. Los dibujos fueron realizados recientemente, a tinta china:
“Sin bocetos ni planificación de ningún tipo, son producto del azar y el capricho del momento, aspirando a ser artefactos de exploración psíquica y anímica. El autor se responsabiliza de ellos en la misma medida que lo hace de sus sueños”.
Entre los nombres que han inspirado esta exploración de “los placeres de la tinta china”, Antonio Ramírez cita a Joan Ponç, Jorge Camacho, Unica Zürn, Robert Crump y Moebius. Es una alegría ver encabezando la lista a Joan Ponç, un artista magnífico, bastante olvidado.
Presenta “La habitación negra” Lurdes Martínez, siempre muy lúcida y aguda. Su artículo lleva por título “A la sombra de la noche, seres luminiscentes”, y en él ubica los dibujos de Antonio Ramírez en el automatismo “rítmico”, citando las “imágenes sustraídas al negro” de Robert Lagarde, un nombre que sumaríamos a los anteriores, como podríamos también añadir el de Eugenio Granell, por el tenor de ciertas figuras. Lurdes Martínez cita otras declaraciones de Ramírez sobre el proceso creativo de sus dibujos: “Solo cuando llega la imagen a cierta complejidad, examino más en perspectiva las formas que se han ido creando y voy interpretando lo que ha salido. Mi primera intención siempre es conservar una «morfología sintética», una imaginería sin naturaleza, es decir, sin presencia vegetal, animal o humana, pero en casi todos los casos terminan por aflorar rostros, miembros sexuales, ojos, cabezas, pájaros, vegetaciones extrañas”.
El dibujo de la portada lleva por título “El viaje”. Los restantes son “El domador de gallinas”, “Eva”, “Huesos”, “Misterios de la oficina”, “El santo es un perro”, “Reunión de vecinos”, “El ángel de la electricidad”, “El jesuita”, “El nacimiento”, “Primavera”, “Carnaval”, “La idea fija”, “Las brujas”, “La conspiración”, “Tótem del odio”, “Los filósofos”, “El encuentro”, “El regreso del enamorado”, “El pontífice y sus bastardos”, “La guerra secreta” y “El ídolo”. “El jesuita” y “El pontífice y sus bastardos” se pueden considerar dibujos-presagio, si tenemos en cuenta que la Mafia Santa colocó poco después, como nuevo Inmaculado Concebido, a un payaso de aquella degenerada ralea.
Estos dibujos, que abren una aventura, poseen una fuerza especial y revelan una verdadera imaginación insurgente.

Beatriz Hausner

En el catálogo de la exposición “O reverso do olhar”, Beatriz Hausner era así presentada:
“Nació en Chile (1958) y se trasladó al Canadá en 1971. Escritora de estilo sofisticado, en la tradición de Breton, se inspira en sus encuentros con la cultura chilena y el afamado grupo surrealista Mandrágora. Traductora de más de una veintena de libros de literatura de autores latinoamericanos (César Moro, Jorge Cáceres, Enrique Gómez-Correa, Aldo Pellegrini, Ludwig Zeller, Rosamel del Valle, etc.), fue también presidente de la Literary Translator’s Association of Canada y fundadora del Banff International Literary Translation Centre. Continuando la labor poética iniciada en las ediciones Oasis (fundadas por su madre, Susana Wald, y Ludwig Zeller, en Toronto, 1975), publicó, entre otros muchos títulos de poesía, la recopilación The Wardrobe Mistress (2003). Trabaja como librera en Toronto”.
Uno de los cuatro poemas incluidos en el catálogo de “O reverso do olhar” iba dedicado a la memoria de Laurence Weisberg, y otro se abría con un epígrafe de otro gran poeta, César Moro.
Muy recientemente, Beatriz Hausner ha publicado The seamstress and the living doll (Mantis Editores, México, 2012) y Enter the raccoon (Bookthug, Toronto, 2012). Pero ahora lo que queremos es señalar las traducciones al neerlandés que ha hecho Laurens Vancrevel en la siguiente página, y que van acompañadas de ilustraciones de Rik Lina:
Destaquemos que uno de los textos va dedicado a Louis Lehmann, magnífica figura del surrealismo neerlandés, y por cierto que también presente en “O reverso do olhar”.

Pnina Granirer

Pnina Granirer expone en la Two Rivers Gallery de Prince George, con el título de “The whisper of stones”. Un catálogo sencillo, de 35 páginas, pero con muchas ilustraciones a todo color y un buen texto de George Harris, acompaña el evento, que cubre cuatro décadas de la actividad de esta artista tan original, sobre la que ya hemos tenido el placer de demorarnos en “Surrealismo internacional”.
Entre las imágenes reproducidas, resaltemos la serie más reciente, Humans in the landscape, ya que es posterior a la gran monografía de Ted Lindberg, y la muy bella serie azulada que realizó en 1986, porque nos ha sorprendido en especial y porque no estaba suficientemente representada en el citado catálogo. A ella pertenecen estos Reflejos:

Praga en Bruselas


El grupo surrealista de Praga, en la estela de la exposición capital “Other Air”, viaja a Bruselas, vieja capital del surrealismo hoy sumida en el marasmo absoluto. Una buena entrevista puede encontrarse en esta dirección:
http://www.radio.cz/fr/rubrique/faits/jan-svankmajer-et-le-surrealisme-tcheque-se-presentent-a-bruxelles

lunes, 15 de abril de 2013

Azar objetivo en Cadaqués


Este curioso e interesante cuaderno apareció en 2010, pero por su rareza merece ser aquí resaltado, aunque sea tres años después.
Marc-Gabriel Malfant refiere en la portada lo esencial del contenido, pero yo he de añadir que el texto y las imágenes son una verdadera delicia. Al comienzo de sus “consideraciones” aparece el Onan de Georges Hugnet, publicado en las Éditions Surréalistes en 1934, con un aguafuerte de Salvador Dalí provisto de un breve texto que poca relación guarda con el poema, ya que Dalí parece haberse inspirado tan solo en el título. Malfant lo conecta a L’amour et la mémoire (1931) y a los frontispicios de La femme visible y de L’immaculée conception (ambos de 1930), y por supuesto a la gran obsesión masturbatoria daliniana.
El 26 de diciembre de 2008, un temporal en Cadaqués causa bellos estragos, entre los cuales el naufragio del Simba, barco de los servicios portuarios municipales, y el hundimiento del camión de los bomberos.


Al retirarse las olas y quedar encallado el Simba, Marc-Gabriel Malfant, en un golpe de audacia a la altura de mis tiempos portugueses, lo escala y penetra en él, encontrándose en la cabina con Onán “bajo el avatar de una sugestiva «máquina celibataria» cubierta de metal azul-turquesa y provista de un gran miembro articulado”.


“El azar acababa de crear, y ofrecía a la mirada del visitante ocioso, una situación construida altamente «surrealista». En otro sitio diferente de Cadaqués, esta discreta aparición no hubiera tenido ningún sentido particular. Pero aquí podía creerse –siguiendo al azar– que Onán había venido, a través de los siglos y del espacio mediterráneo, arrastrado por esas grandes olas devastadoras, a saludar a los manes del que, hijo de otro Juda, hermano también de un muerto y encargado de sucederlo, se identificó a Onán, el hijo maldito, y se salvó simbólicamente por ese modelo”. Estas palabras vienen tras la descripción del relato bíblico, y de las consideraciones dalinianas (totalmente mistificadoras) sobre la muerte de su hermano, Salvador Galo (de ahí la relación con Gala y con García Lorca). Malfant descubre luego que Onán es una marca de generadores de electricidad, y sentencia exactamente: “La  poesía adopta los disfraces que le hagan falta, con tal de alcanzar una verdad práctica”.
Esta es una de esas muy bellas publicaciones que a la vez nos exaltan y nos dejan algo entristecidos por su poca abundancia. Un verdadero documento de inteligencia poética, que además convoca a otro habitante de Cadaqués:
“El término «máquina celibataria» fue inventado hacia 1913 por Marcel Duchamp, para designar la parte inferior de su Grand Verre –en concreto los mecanismos antropomórficos complicados y absurdos, motores de deseos autónomos imposibles. Desde su ventana de Port Doguer, Marcel Duchamp habría podido observar esta aparición de Onán”.

Las letanías oraculares de Will Alexander


Muy poco después de The Brimstone Boat. For Philip Lamantia, ha aparecido, en Gran Bretaña, este otro libro poético de Will Alexander. El propio autor señala cómo los tres títulos que lo componen, Asia & Haiti, The Stratospheric Canticles e Impulse & Nothingness, los dos primeros publicados ya en 1995 y el segundo inédito, constituyen “una constelación orgánica”.
El conjunto va dedicado a Jayne Cortez, un nombre bien familiar para los conocedores del grupo surrealista de Chicago, desaparecida en 2012. También, en el tercer libro, hay un poema a ella, de bello título: “Para mi salvaje dama moscatel”.
En la introducción, Will Alexander se sitúa bajo el signo del “je est un autre” rimbaldiano, opone el poeta al periodista, explica su fascinación por el objeto mágico que da título a su obra y destaca como central su interés por el “misterio del cosmos”.
Asia & Haiti está formado por dos poemas que constituyen respectivamente una diatriba feroz contra las atrocidades de los marxistas-maoístas en el Tibet y del matrimonio Duvalier en Haití.
Los ocho “cánticos estratosféricos”, como siempre en el arrebatado estilo versicular del poeta, van acompañados de cinco dibujos, como Volcán de pájaros o El ojo subconsciente.
Uno de los cánticos estratosféricos lleva un epígrafe de Shuzo Takiguchi, figura mayor del surrealismo nipón. En el que da título a la serie, Will Alexander enumera una serie de nombres en esa “tensa cancelación de las especies” a que ha llevado la locura del mundo occidental, tras la cual leemos:
“the wicked Euro-abscess model / claiming Democracy & engagement / claiming a factotum of decimals / eclipsing from life the fervour of condors / the ingestion of caimans / the savage sororocide of bears / so as to mechanically stoke the technicality of polls / to wash the terror of flesh from the general tax payer’s grist”
En esta poesía total, llevada por la corriente del automatismo, no sorprende algunas páginas después encontrarnos con el Miró pintor-poeta (“with his precise free & cosmic certainty / flowing through tresholds of maturation & demonology”), o, ya en Impulse & Nothingness, con otra violenta invectiva antipolítica, en este caso al abyecto Enver Hoxha y sus “asesinas soluciones racionales”, tanto como con un retrato de la “psicosis europea”, bien preparados, como estamos aquí, “contra las sensaciones / del embellecimiento eurocéntrico”.
“but always on guard / against assasination & hookworm / my aura exists / above propane & discord / above linear scansion & its cell salts / destroying the paralytic /of secular integers & judgement”

Jörg Remé


De Jörg Remé acaba de publicarse un cuaderno de 30 dibujos, titulado New York 2012, con prólogo de Laurens Vancrevel. Estos dibujos fueron realizados después de haber visto la exposición de Picasso “Black and White”, que tuvo lugar en el museo Guggenheim, y encerrado en la habitación de su hotel durante el huracán Sandy.
Sobre este notable artista de Phases y Brumes Blondes, nacido en 1941 y de obra muy rica, remitimos a su página:

Breves


Cerca ya de inaugurarse esta exposición de Jean-Pierre Paraggio en Toulouse, sigue en París la de Gregg Simpson y Guy Ducornet. La siguiente imagen da una idea del arsenal de collages presentado por el segundo (“Histoires 100 paroles”):


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Le sanglier étourdi par la tombée du jour, poema de Yves Bériou que nos hace pensar en las Iluminaciones de Rimbaud, ha sido traducido por Ildefonso Rodríguez en las Ediciones Animal Sospechoso (Barcelona), bajo el título El jabalí aturdido por la caída del sol (ed. bilingüe).
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A raíz de la reseña de Mélusine, recibimos un correo preguntándonos “quién se esconde” tras “Surrealismo internacional”.
Aquí no hay nadie que se esconda. Cualquiera que se mueva en este blog, o que simplemente vaya a la página de presentación, sabe perfectamente que es de responsabilidad integral mía: Miguel Pérez Corrales, escribiendo desde Canarias.
Si algo no he tenido que hacer nunca, por suerte, es esconderme de nadie. Y lo que simplemente hago es decir lo que pienso.

jueves, 11 de abril de 2013

Hacia la Noche de los Objetos Vivientes

El grupo surrealista de Madrid organiza para este fin de semana “La noche de los objetos vivientes”, serie de actividades que tendrán lugar hoy jueves, el viernes y el sábado, a las 19:30 horas, en el solar liberado de la Asamblea de Lavapiés (calle Valencia, 6).
Jueves: “Notas a la crisis del objeto”, por José Manuel Rojo, y “Los trastos arrumbados”, por Eugenio Castro.
Viernes: “Los objetos suicidas”, por Noé Ortega, y “Objetología urbana”, por Vicente Gutiérrez.
Sábado: “El objeto inesperado”, por María Santana, y “La noche de los objetos vivientes”, juego colectivo y siembra de objetos.
Estas “jornadas sobre el objeto cuando todo se viene abajo” se inscriben bajo el lema “las mercancías mueren, las cosas despiertan”.
“Ya vienen. Los objetos están llegando. Durante una semana tomarán el solar del barrio y la noche del sábado 13 de abril despertarán y se te comerán las manos. Desnudos de valor y ebrios de deseo, liberarán su magia por las calles de Lavapiés. Sembrarán sueños…”

lunes, 8 de abril de 2013

Breves



Esperamos referirnos con detenimiento, de aquí a un par de semanas, a esta interesante exposición de dibujos automáticos de Antonio Ramírez, componente del grupo surrealista madrileño. Sobre la singularidad de estos dibujos ya llamamos la atención a propósito del que apareció (Ángel de la electricidad) en el número 5 de l’impromptu. Se anunciaba entonces una publicación acompañada de un texto de Lurdes Martínez, que confiamos salga con el motivo de esta exposición.
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En la reseña que hicimos de los maravillosos Bocetos de Jorge Camacho, faltó celebrar un hecho poco común, como es el encontrarnos con un libro de arte sin el más mínimo apoyo oficial, ni siquiera museístico. En los tiempos que corren, esto es tan ejemplar como admirable. He aquí un libro bellísimo e intocable, al que no tenemos que arrancarles, como a tantos otros, las páginas iniciales, firmadas por los figurones de turno.
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El viernes 27, la Maison des Surréalistes de Cordes-sur-Ciel (Tarn) celebra en Clohars-Carnoët una jornada sobre “Los surrealistas y la Bretaña”. La presencia de André Breton en el Pouldu”, interviniendo Paul Sanda (“Los fundamentos del surrealismo”) y Bruno Geneste (“El surrealismo y la Bretaña”). Habrá un encuentro en torno a la obra de Filiger, con lecturas, debates, conferencias y la presencia de numerosos invitados.
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Jean-Claude Silbermann acaba de publicar Trois chameaux rue de la Convention? Investigations sur les rapports du surréalisme et de l’inconscient, con una encuesta al final y un total de 182 páginas
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Esta es una imagen de la exposición que celebra en Santiago de Chile Miguel Ángel Huerta, a cuyas pinturas hay que sumar estos intrigantes totems. Recordemos el título de la exposición: “Dialecto ancestral de dioses delirantes”.
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El showman Santiago Ribeiro expone con su equipo de seudosurrealistas en una galería de arte de Lisboa, y con apoyo bancario, esta vez de una cosa llamada Caixa Central de Crédito Agrícola Mutuo, sin duda más interesada en el negocio del arte que en administrar los restos famélicos de la agricultura portuguesa. Lo único entristecedor de estas exposiciones “internacionales” organizadas por Ribeiro, que en realidad no pasan de irrisorias, es la presencia de Isabel Meyrelles, una de las grandes figuras del surrealismo portugués y una poetisa y escultora magnífica, si bien ya se ha convertido en Comendadora de la Orden de Santiago de la Espada (en sus buenos tiempos principal orden militar de la caballería cristiana). Claro que mucho peor, por haber sido estandartes del surrealismo, es que un Mário Cesariny y un Cruzeiro Seixas, a quienes por ello ya les perdimos el respeto, hayan aceptado esa indignidad que se recibe de manos del Presidente de la República, o sea de un pernicioso demente como son todos esos farsantes que dirigen el pútrido cotarro mundial.
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Las exposiciones antisurrealistas de Santiago Ribeiro son muy bien aireadas por la página del Centre de Recherches sur le Surréalisme, que sin embargo dice de una reseña nuestra que es “relativamente injusta” y “subjetiva”. No negamos lo de “subjetiva”, puesto que está hecha por un sujeto, y en cuanto a lo primero, siempre hemos intentado ser absolutamente justos. Ahora bien: es un dato objetivo que G. M. Colvile es una figura desprestigiada en los medios del surrealismo, en particular tras haber citado estos versos de André Breton: “el acto del amor y el acto de la poesía / son incompatibles”, cercenando su continuación: “con la lectura del periódico en voz alta”, tan solo para que sirviera a sus universitarios intereses “objetivos”, y de ello da buena cuenta Dominique Rabourdin en el n. 35 de Infosurr. Pero además, entre otras lindezas, es la misma que calificó a André Breton de “burgués y misógino”, no sabemos si en aras de la “justicia” y la “objetividad”.
Más bien he sido siempre indiferente –olímpicamente indiferente– a los ataques al surrealismo, pero tengo a bien tomarme los ataques a André Breton como personales, y por tanto nada de lo que lleve la firma de la citada estudiosa, u organice esa firma, merece mi mínima atención. Lo mismo puedo decir de Whitney Chadwick, cuya “debilidad intelectual” ya denunció en 1987 Jose Pierre y sobre quien todo, o casi todo, lo ha dejado dicho Guy Ducornet en Les parasites du surréalisme o en el n. 62 de la misma Infosurr, pero que yo siempre asociaré al pasaje en que celebra la I Guerra Mundial –polemizando con la condena absoluta de André Breton– porque permitió a algunas mujeres liberarse del trabajo doméstico, y gracias... al trabajo fabril. No podría, en cambio, ya que se me pide ser “relativamente justo”, colocar en el mismo paradigma a Dawn Ades, especialista en la “historia” y la “estética” del surrealismo, pero que no llega a los extremos infames, con el surrealismo en general y con André Breton en particular, de las Colvile, Chadwick, Lewis, Caws, Riese-Hubert, Richard, etc., o los Kuenzli, Polizotti, Clair, Spector, etc. Toda esta gente, por lo visto, espera que, después de haber escupido sobre los demás (y en este caso sobre lo que los excede absolutamente), se les echen flores.
Claro que una cosa son los estudiosos del surrealismo y otra el surrealismo, y aunque en algunas ocasiones no haya un foso entre los primeros y el segundo, esta es una página no sobre el surrealismo sino del surrealismo. Por lo que acabaré con esta declaración de un surrealista, creo que Vincent Bounoure:
“Sabemos que navegamos contra la corriente, o mejor, contra varias corrientes, pero lo hacemos con nuestro propio barco y con nuestros propios remos. No dependemos de ninguna otra embarcación ni nos agarramos a ninguno de los troncos que descienden por la corriente masificadora”.

Collection de l’umbo

La  serie Passage du sud-ouest de la Collection de l’umbo se enriquece con dos nuevos cuadernos que tienen en común llevar ilustraciones de Jean-Pierre Paraggio.
Los poemas de Jean-Yves Bériou se inspiran en los característicos dibujos de Paraggio, con sus misteriosas aves picudas y una atmósfera penumbrosa en que dominan, según, el verde, el azul, el rojo.


Este que tenemos aquí origina los siguientes versos:
En el fondo de los bosques, el mar, sus zorros invisibles, la espuma sangrando,
Y el pájaro lira, su cabeza enfurruñada de rata, sus manías, sus Manilas.
Su corona de aquí abajo, sus silencios del más allá: la rabia no tiene nombre.
“Pulpo azul del corazón, viajero que da vueltas y vueltas en la jaula de los días.”
No he hecho yo la traducción, porque  los cinco poemas los ha traducido en las mismas páginas Ildefonso Rodríguez, siguiendo una apertura hacia la lengua española habitual en el umbo, y rara en áreas francesas. El título del poemario es Et on s’en va, o sea Y allá vamos.


Para el poema de Louis-François Delisse, À Gambo enterrée au cimetière de Thiais depuis le 3 janvier 2011, Jean-Pierre Paraggio ha elaborado cuatro estelas a partir de un herbario anónimo. El poema se une a otras muy bellas evocaciones de amadas arrebatadas por la muerte –las primeras que se me vienen a la memoria son Fernanda de Ernesto Sampaio y Une goutte d’éternité de Alain Joubert. Poesía de pura emoción, por encima de toda valoración, en 76 pequeñas estrofas sacadas de una serie de carnés.
Ce ciel d’été presqu’infini
descendra-t-il dans ta tombe
recolorer enfin tes yeux ?

Romanticismo “negro”

Max Ernst, La balsa, 1927

Mis sueños fueron terriblemente turbados por las apariciones del Ángel de lo Bizarro (Poe).

La exposición del museo de Orsay no ha dado el típico catálogo de varios quilos, sino un simple número de la revista BeauxArts, con 66 páginas de muchas ilustraciones (algunas muy poco conocidas) y textos breves pero acertados. El título completo de la exposición es “El Ángel de lo Bizarro. El romanticismo negro, de Goya a Max Ernst”.
Organiza la exposición Côme Fabre, quien en una entrevista inicial ya se gana nuestras simpatías al apoyarse en Annie Le Brun.
Florelle Guillaume presenta la galería de textos, situando los tres momentos del romanticismo negro (o “frenético”, que es otra designación muy bonita): romanticismo propiamente dicho, simbolismo y surrealismo. En el comienzo sitúa a Goya y a Fuseli, el primero en tanto “obsesionado por la locura” y el segundo atento al “espectáculo de lo sobrenatural”. Thomas Schlesser analiza La pesadilla de Fuseli, aunque lo que nos ha impactado ahora es su increíble retrato La locura de Kate.
François Angeller se ocupa de la literatura como “fantástica inspiradora”, con Shakespeare, Dante, la novela gótica, Goethe, Hugo, Hoffmann, etc. El destaque en este capítulo va hacia las “tintas místicas” de Víctor Hugo.
Vuelve Florelle Guillaume, para hablar ahora del paisaje como “estado de alma”, con los alemanes “exaltados por la inmensidad de la naturaleza”, los anglosajones “fascinados por el apocalipsis” (fabulosas imágenes de Samuel Colman y John Martin), los franceses “arrastrados por el soplo del romanticismo”, los belgas “obsesionados por las ciudades muertas” y la Noruega vista por Munch, “expresionista y opresiva”.
Con Pierre Pichon avanzamos hacia el simbolismo en su vertiente más sombría, cuando la muerte se adueña de “un arte desencantado”. La nota especial se dedica aquí al mundo angustioso de Edvard Munch.
Thomas Schlesser se ocupa de “Las criaturas de las tinieblas”: las fuerzas del mal, los héroes de los cuentos macabros, los ídolos de la perversidad, las apariciones del espiritismo y “el arte embrujado”.
Y por fin llegamos al surrealismo, que Malika Bauwens ve como “la última liberación del sueño y del inconsciente. Mucho habría que decir sobre el surrealismo y el “romanticismo negro”, y no digamos nada si no nos detuviéramos en Max Ernst (y el inevitable Dalí) sino que lo abarcáramos en su totalidad. Se reproduce aquí un cuadro ernstiano de 1927, La balsa, cuya forma de medusa hace obvia la relación con la obra de Géricault.
El surrealismo tiene también mucho que decir en la materia que ocupa el último capítulo de esta exposición, y que ha sido todo un acierto incluir: el cine en tanto “heredero más fiel e inventivo de la tradición romántica negra” (Côme Fabre). Atiende la cuestión Armelle Fémelat, en el artículo “Y de repente, los monstruos se animan...”, donde comienza por afirmar que “Goya, Friedrich, Fuseli, Delacroix y Böcklin se cuentan entre las principales fuentes de inspiración de los cineastas del romanticismo negro”. Desfilan aquí El gabinete del doctor Caligari, El crimen del Dr. Warren, Nosferatu, Las tres luces (una película que fue decisiva para Luis Buñuel), La carreta fantasma, La brujería a través de los tiempos, el Frankenstein de Whale, La caída de la casa Usher (en la versión Jean Epstein, que aplastaría medio siglo después Jan Svankmajer ) y el Vampiro de Dreyer (inspirado en Le Fannu, pero a su lado, y al de la mayoría de las obras anteriores, un flácida muestra esteticista), en una lista que, por supuesto, se limita a los primeros estadios del cine. Muy fina es la nota que Armelle Fémelat hace de “los paisajes de Friedrich al servicio de Murnau”, acompañada de una instantánea de Nosferatu y de la pintura Hombre y mujer contemplando la luna de Friedrich, sorprendentemente similares en su escenificación.

Centenario de Endre Rozsda

Endre Rozsda, Triste reír, 1983-1991

Endre Rozsda fue la figura principal del surrealismo entre los artistas húngaros del siglo XX.
Nació en Mohacs el 18 de noviembre de 1913, y a los cuatro años ya estaba dibujando calzados de mujeres, como poco después perfiles femeninos. En 1926 observa el trabajo de los pintores locales y se fija sobre todo en los lienzos raspados que conservaban las trazas de las pinturas precedentes, encontrándolos “mucho más bellos y misteriosos que los cuadros finalizados”.
En 1938, huyendo de la invasión nacional-socialista de su país, viaja por primera vez a París. Se produce un cambio radical en su pintura, a la vez que se siente próximo al surrealismo. Inspirado por Max Ernst y por Yves Tanguy, a lo largo de los años 40 ya comenzará a desarrollar una obra muy original.
En 1943, ligado a la Resistencia, al ser buscado por la policía francesa retorna a su país. Cinco años después, le cae encima el régimen comunista, volviendo a la clandestinidad, que ya conocía bajo las ocupaciones nacional-socialistas de su país y de Francia. El gobierno disuelve la Escuela Europea, que él había fundado, no tiene derecho a vender sus cuadros y vive ilustrando libros infantiles a la vez que hace, a escondidas, cientos de dibujos. En 1956, participa en la exposición antioficial de los Siete, en Esztergam, días antes de que estalle la revolución húngara. Cuando entran los tanques rusos en Budapest, amenazado de nuevo, y poco atraído por sufrir nuevos años de represión y humillación, decide dejar definitivamente su país.
Es entonces cuando establece amistad con André Breton. Recién llegado, tras varios días de errancia por la urbe, se dirigió con sus dibujos a la galería de Simone Collinet (o sea Simone Kahn/Breton): “Al ver ella los dibujos, telefoneó inmediatamente a André Breton, quien, siempre llevado por su maravillosa curiosidad, llegó en seguida y decidió escribir el texto para el catálogo de mi exposición. Cuando iba a visitarlo, yo me convertía en un hombre diferente. Breton era como un diamante en la noche”. El texto de Breton está incluido en Le surréalisme et la peinture, y aparece ilustrado por Amor sagrado, amor profano, pieza de 1944.
Rozsda participa en la exposición internacional del surrealismo que se celebra en 1961 en la galería Schwarz de Milán, apareciendo ese mismo año un dibujo suyo en el primer número de La Brèche. Traba amistad, entre otros, con Joyce Mansour, quien le dedicará estas bellas palabras, para el catálogo de su exposición de 1963
“Un tableau de Rozsda, cela fait penser à l’extravagant gaspillage de la forêt autumnale, aux pommiers en fleurs après la mort du soleil, à l’or oculaire, malléable et immobile, tout frais sorti des chants du pays des Magyars, à la melodie fauve des charrettes qui passent et repassent dans le demi-soleil sans prendre une seule brindille d’étoile, à l’ombre salée des réverbères oubliés sur le trottoir, aux belles armoires en forme de coeurs, aux corps planétaires de terrible densité captifs de ces coeurs, aux cellules de l’enfance, au réveil. Oui, cela fait penser au réveil de celui qui croyait dormir sur un précipice et qui n’attendit point la mort pour s’envoler”.
Endre Rozsda disfruta de buenas publicaciones. En 1998, una retrospectiva en su país originó un catálogo muy rico, con un buen texto de Krisztina Passuth, unas “notas estilísticas” de David Rosenberg, algunos escritos suyos y una larga entrevista en la que el artista mostraba su finura y su lucidez. Manifestando su poco interés por vender cuadros, refiere que solo pinta de 6 a 8 anuales. Evoca luego al farmacéutico Csontváry, el gran pionero húngaro, que Breton situaba entre el aduanero Rousseau y el cartero Cheval y del que Rozsda dice que estaba “completamente fuera de su tiempo, y a la vez completamente en la verdad”. Sus pintores son Tanguy y Miró, “bombas visuales en la naturaleza”, que “todo lo inventan”. Muy bellas son sus reflexiones sobre el tiempo, que luego encontraremos en los textos de él reproducidos: “Recuerdos”, “Pensamientos” y “Meditaciones”. Como de costumbre, los estudiosos no están a la altura de lo que estudian, y así Krisztina Passuth habla del “código surrealista” y el entrevistador del “espíritu de capilla”, nada de lo cual les corrobora Endre Rozsda, quien incluso le responde al segundo: “Los pintores surrealistas son muy diferentes los unos de los otros. El surrealismo ofrecía sobre todo una estimulación del espíritu. Sí, no era una aventura puramente pictórica como el puntillismo o el cubismo. Era un espacio de búsqueda. Y yo he pasado por ahí. Años después, le he preguntado a Breton si yo era surrealista, y me ha respondido que mi pintura no era surrealista, pero que mi concepción de la existencia sí lo era, y por tanto yo era forzosamente surrealista”.

E. Rozsda, Mezla de la realidad vivida y pintada, c. 1980
 
En 2001, un catálogo enorme de su obra gráfica se publica en Budapest, incluyendo un artículo de Sarane Alexandrian, quien, al referirse a su labor pictórica, plástica y fotográfica, escribe: “Rozsda, el pintor de los tres rostros y de los mil dedos: así es como se lo puede describir cuando se entra en el dominio de su arte complejo”; y también: “Los cuadros de su madurez son la negación del vacío. Representan una realidad que estalla, cuyos fragmentos coloridos se reúnen como al azar, se acumulan o se amontonan sobre la superficie de la tela no dejando ningún intersticio entre ellos, donde incluso los blancos son elementos de soldadura y contribuyen a dar la impresión de un espacio pleno, aunque fragmentado”. En 2002 aparece en Somogy Rozsda, l’oeil en fête, con los textos de Breton y Alexandrian, más otro de Edouard Jaguer, extenso y titulado “Endre Rozsda, arqueólogo de la mirada”. En 2004 fue su faceta de fotógrafo la revelada, por el Museo Húngaro de la Fotografía (Roszda. Un peintre photographe), y en 2010 ha aparecido una película de Jozsef Böjte sobre él, con una entrevista realizada en sus últimos años. En el muy reciente Dictionnaire André Breton, Françoise Py le dedica una buena nota.
El volumen fotográfico merece destacarse, ya que la actividad fotográfica del artista, aunque nunca expuesta al público, arroja la cantidad de dos mil fotos realizadas de los años 20 a los 90, con muchas fotos de la naturaleza y en casos muy significativos una clara interacción con su pintura. Todas se encuentran hoy en el citado museo húngaro.
 “Espero que algo imprevisto, algo que no he imaginado pueda suceder”.

E. Rozsda, Kerek, 1971
 

lunes, 1 de abril de 2013

Philip Lamantia/Will Alexander: Entre poetas anda el juego


Entre 1987 y 2013, Will Alexander ha publicado una impresionante cantidad de libros donde se reconoce el surrealismo, que para él es “un estado eléctrico de pensamiento, una fuerza, un impulso cristalino”. De poesía son Vertical Rainbow Climber (1987), The Sratospheric Canticles (1995), Asia & Haiti (1995), Above the Human Nerve Domain (1998), Exobiology As Goddess (2005), The Sri Lankan Loxodrome (2009), Compression & Purity (2011), Aboriginal Salt: Early Adivinations (2012) y Kaleidoscopic Omniscience (2012), este último incluyendo Asia & Haiti, The Sratospheric Canticles y Impulse & Nothingness. De ficción, Arcane Lavender Morals (1994), Sunrise in Armageddon (2006) y Diary as Sin (2011). De filosofía, Towards the Primeval Lightning Field (2006) y Mirach Speaks to his Grammatical Transparents (2011). De ensayos, Inalienable Recognitions (2010), On the Substance of Disorder (2011) y Singing in Magnetic Hoofbeat (2012). De teatro, Inside the Earthquake Palace (2011). La mayoría de estos títulos es un buen índice del registro de este escritor  tan original como profundo, pero todo Will Alexander está presente poderosamente en el que nos toca hoy anotar, y celebrar: The Brimstone Boat. For Philip Lamantia.
Este barco de azufre, “en perpetua exploración”, es el barco alquímico de uno de los más grandes poetas que ha dado América: Philip Lamantia, a quien tan intensamente recordamos siempre. A lo largo de unos dos mil versos, Will Alexander se dirige a aquel para quien la poesía era “la vida más pura”, y que por tanto rechazaba todo lo pedestre y prosaico. Sus palabras son fruto no solo de la lectura de Lamantia, sino del trato directo que sostuvo con él –de hecho, Lamantia incluso conoció “The Brimstone Boat” en su formulación original.
Por el poema pasan los nombres luminosos de Breton, Artaud, Poe, Baudelaire, Péret, Lam, Borduas (por su Refus Global) y Miró (por sus Constelaciones), aunque también, en sentido contrario, los inicuos de un Ezra Pound –“viejo romano comedor de sangre”, con sus “embellecidas doctrinas”– o un Marinetti, ambos más cercanos a “los hechizos obscenos de los navegantes que envenenan el mar con su colmena de traidoras toxinas morales” que al bello “poder de la anti-estética”.
Siguen a “The Brimstone Boat” tres poemas también de carácter cósmico y también precedidos, como aquel, de un epígrafe de Lamantia. La dificultad de muchas de las referencias que maneja Will Alexander hace que tras los cuatro poemas venga un glosario en que se combinan explicaciones de física, ciencias naturales, geografía, mitología, viejas civilizaciones, religiones remotas, etc.
Los cuatro ensayos siguientes no dejan de insistir en la miseria de la vida “moderna” tal y como se cuece en las sociedades actuales, en “un mundo en que textos seminales no son leídos, y en que alguien de la estatura de André Breton permanece crónicamente desconocido”.
La mandálica portada de The Brimstone Boat, aunque diseñada por Tom Bhurns, no deja margen de dudas acerca de su autora, que es por supuesto Marie Wilson. En 1970, Philip Lamantia le pidió para el frontispicio de The Blood of the Air el dibujo Aspectos de la Adivinación, y luego ella hizo la pintura, derivada del dibujo, acabándola en 1979 y que ahora funciona como idóneo pórtico al poema de Will Alexander dedicado a Lamantia. Del mismo modo, el frontispicio lleva el dibujo de Marie Wilson Guardianes contra el miedo. Will Alexander aprovecha para homenajear también a esta “sublime artista surrealista”, cuya obra, una vez vista, “es imposible de olvidar”. ¡Y tanto que lo es!
“you the captain / atop the hull of the brimstone boat / erudite with your deltas / with your ghosts from dazed Phoenician settlements”

El “multiverso” de Rik Lina


Acaba de publicarse en Amsterdam, por una editora de la red, la mayor monografía dedicada a Rik Lina, un bello libro de 240 páginas a todo color, titulado Multiversum. Los textos, numerosos, e incluida una entrevista por Laurens Vancrevel vienen solo en neerlandés, pero hay la intención de una edición en la lengua del Kubla Khan.
Desde los años 60, Rik Lina lleva a cabo, incansablemente, una de las aventuras más espléndidas y fascinantes que ha podido generar el automatismo. Para él sin duda que el automatismo no ha sido el “infortunio” de que habló en 1933 André Breton, en una declaración que los espíritus académicos gustan de citar, y además aislándola de su contexto, ya que Breton lo que hace allí es defender la autenticidad del verdadero automatismo, que por supuesto es incuestionable en un Rik Lina y que Breton defenderá siempre. Es más, en él se ha dado modélicamente la apertura sistemática al automatismo colectivo, gran aportación del grupo Capa, en una labor hoy continuada por la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, que afila sus armas en la costa centrooccidental de Portugal, donde reside el artista la mitad del año.
La aventura surrealista de Rik Lina, potenciada además por su pasión hacia los espacios en que la naturaleza manifiesta su belleza convulsiva, y en particular hacia las profundidades marinas, es una de las que más nos apasionan en el panorama creativo del surrealismo de estas últimas décadas, y de ahí que nuestra antena esté siempre bien situada para recibir sus ondas. Aquí podemos ver dos de las pinturas contenidas en Multiversum: arriba, Medusa. Danza pelágica, de 2000, y ahora Venganza verde, de 2008:

Obras recientes de Víctor Chab


Siendo cierto que, a lo largo y ancho del planeta, los infinitos museos, galerías y fundaciones artísticas no son más que templos del bostezo, aquí, en “Surrealismo internacional”, damos cuenta de vez en cuando de unas pocas excepciones en que rigen los valores antiguos de la imaginación y la pasión. Una de esas excepciones es la exposición de últimas obras de Víctor Chab que se inaugura el próximo viernes.
En 2002 se publicó el libro esencial sobre una de las grandes figuras que el surrealismo ha dado en tierras argentinas, enfocando toda su obra desde 1947 hasta dicho año. Con 212 páginas y ricamente ilustrado, este volumen editado por el Palais de Glace, incluía textos, entre otros, de Édouard Jaguer, Julio Llinás, Enrique Molina, Aldo Pellegrini y Juan Andralis (que fue quien le descubrió el surrealismo a un muy joven Víctor Chab).
Con motivo de la exposición que originó el catálogo, Floriano Martins entrevistaba en el n. 31 de Agulha al artista, quien manifestaba su total adhesión al surrealismo, rechazando de paso todas las operaciones liquidacionistas:
“Si bien los fundamentos del surrealismo están muy claramente expuestos en el primer manifiesto de 1924, a partir de ese mismo año se le dio por muerto sistemáticamente, por los espíritus idiotas que no vieron más allá de sus narices. Estoy de acuerdo en que el límite que Jean Schuster establece entre el surrealismo histórico y el eterno –con la muerte de Breton– es una violencia golpista y arbitraria y totalmente innecesaria. Carece de fundamento teórico”.
Con respecto al surrealismo y a su propia aventura plástica, también merecen citarse estas otras palabras suyas, en la misma entrevista:
“En el año 2001, Aldo Galli describe mi pintura como oscilando entre el surrealismo y el expresionismo. Y bien, no solo él sostiene esta idea, sino que muchos otros hablan de este maridaje. A mí no me incomoda en absoluto esta idea, porque algo tiene de real. El surrealismo ha tenido históricamente todo tipo de influencias, que no le han quitado nada de su fuerza esencialmente revulsiva. Y en cuanto al expresionismo en particular, es un movimiento al que yo me siento ligado y que ha dado pintores de la talla de Grosz, Schiele, Dix, etc. Yo concibo el arte de pintar como el camino de la gran libertad. De igual manera que transité por caminos distintos y opuestos, en la actualidad mi obra está fijada al desnudo femenino; el cuerpo de la mujer no tiene igual como cantera para las variaciones estéticas y me produce un placer sin límites. El surrealismo tiene la particularidad maravillosa de no basarse en un corpus técnico como el cubismo, el fauvismo o el neoplasticismo, donde los fundamentos están basados estrictamente en la descomposición de la figura (cubismo), la plenitud del color (fauvismo) o la geometría ortogonal (neoplasticismo). El surrealismo nos abre las puertas a lo desconocido. Todas las formas y todas las técnicas pueden adscribirse a las fantasías más delirantes: figuración o no figuración, y todas las variantes de la reunión de los contrarios”.
De seguro que estas obras recientes de Víctor Chab –y la pintura que aquí vemos ya lo evidencia– hacen cierta la predicción de su amigo Édouard Jaguer, para quien el artista argentino seguiría “renovándose, sorprendiéndonos y jugando siempre, valientemente, con el fuego de las imágenes”.