martes, 18 de marzo de 2014

Poesía surrealista: lo que es y lo que será

El almanaque Lo que será es también una muestra de la poesía surrealista actual, con algunos textos largos (a veces de carácter más narrativo), como los de Cruzeiro Seixas, Jacques Lacomblez, Eric Bragg o Riki Ducornet, el de esta última acompañado por la imagen de un armario delirante.
Poemas que nos traen nombres del surrealismo son el de Will Alexander –Artaud–, Carmen Bruna –“A propósito de Luis Buñuel y las ensoñaciones de Severine”–, Raúl Henao –con un epígrafe de António Maria Lisboa, hace poco aquí mismo traído a ardiente colación–, Nicolau Saião –dedicado a Cesariny–, Laurens Vancrevel –de nuevo con Cesariny, ya que su poema se titula “Walking down the streets with Mário Cesariny”– y Emma Lundenmark –“a la memoria de Leonora Carrington”.
Muy novedosos son los poemas-collages de John Digby, y resaltaré también en este sentido la contribución de Beatriz Hausner, entre cuyos versos inserta, en letras cursivas, fragmentos de una canción del grupo Lit, de un ensayo sobre el comportamiento humano y de poemas de los antiguos trovadores –sobre todo, de la Condesa de Dia, también llamada Beatritz.
El centenar de poemas que hay en el almanaque de Brumes Blondes revela la vigencia plena de la escritura surrealista, siempre irrigada de automatismo y exuberante de vida, a años luz de los ejercicios cerebrales o babosos que por ahí se destilan.
La antología, por llamarla así, que emana de este almanaque, tiene un carácter rotundamente internacionalista, lo que ha sido desde sus orígenes la apuesta de Brumes Blondes.
En 1959, o sea, hace ya la friolera de 54 años, Her de Vries, fundador del Bureau de Recherches Surréalistes de Amsterdam y constante animador de la aventura surrealista en los Países Bajos, escribía una declaración de la que se publicaron unos pasajes en el n. 12 de la revista del grupo parisino, Bief, que editaba el editor surrealista por excelencia, o sea el inolvidable Éric Losfeld. Quiero reproducirla aquí, como nuevo homenaje a una vida de fidelidad a la verdad, a la poesía, al amor y a la libertad, y también a la amistad, sin la cual tampoco se hubiera podido hacer un número tan excepcional, tan abarcador como este almanaque de Brumes Blondes. Porque sin el carácter noble y generoso, sin sectarismos pero a la vez nunca reñido con el rigor en todo lo esencial, de Her de Vries, como de Laurens Vancrevel, la travesía de Brumes Blondes a lo largo de más de medio siglo de surrealismo, no hubiera tenido el esplendor que ha tenido, tantas veces dejando huella y testimonio de la aventura poética en sus más diversas procedencias, y siempre con los medios más modestos. Dicho a la antigua usanza portuguesa: honra les sea dada.