miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los espectros de Raman Rao


Un año después de Accidental windows, Raman Rao nos brinda Spectra, que se presenta como una publicación de fotografías propias, a la que seguirán otros números (este es el n. 0).
En Extinción, una de las obras más demoledoras de Thomas Bernhard, Franz Josef Murau califica a la fotografía como “la mayor desgracia del siglo XX”, por su “deformación definitiva de la Naturaleza y del hombre que existe en ella, convirtiéndolos a ella y a él en su caricatura perversa”. Murau tuvo la suerte de no llegar al siglo XXI, en que un ejército de alelados ametralla la superficie entera del albaricoque terrestre las 24 horas del día y en que el ideal parece ser que no quede imbécil en el mundo que no se dedique a fotografiar (o filmar, que lo hace la misma maquinita) sus propias imbecilidades. El fenómeno, exacerbado por la universalización del turismo, es tan descorazonador como el del deporte, que ya hasta invade las aceras de las calles, cuya función antigua era caminar por ellas –tan descorazonador como para llevarme, hace una decena de años, a desembarazarme de la cámara tras tres lustros de fascinados registros portugueses.
Pero nada de esto es aplicable al trabajo solitario y ensimismado que llevan a efecto un puñado de espíritus en estado de inspiración poética, entre los cuales algunos surrealistas, y entre estos, con un vigor, un ritmo interior y una originalidad que nadie excede, Raman Rao. Los veinte espectros que ahora muestra no tienen desde luego nada que ver con las apariencias actuales. En la línea de Accidental windows, surgen figuras de los muros, las rocas, los líquidos espesos, a veces tras un velo inquietante, pero ahora hay también sombras y superposiciones, y las formas espectrales, en que se adivinan cuerpos, rostros, ojos, patas, máscaras, sexos femeninos, monstruos, emanan de troncos, montañas, piedras, grutas, arenales, lugares abandonados... Estos seres fantasmales se insertan en un paradigma que recorre Les mystères de la chambre noire, donde a Édouard Jaguer, que dejaba abierta en la fecha de publicación su antología del surrealismo y la fotografía, hubiera entusiasmado incluir algunas de las fotos de Raman Rao.
Las fotos de Spectra provienen de un estado de hiperlucidez, y de ahí su poderío onírico y su condensación enigmática. Solo acompañan  sus páginas unos versos de In the arms of the honey eaters de Jhim Pattison, cofrade de Raman Rao en Mal Occhio, y la frase “Entertainment is the death of love”, que lo dice todo acerca de la distancia absoluta tomada con el espantoso reino de la banalidad baja y cobarde en que las sociedades occidentales han desembocado. Los versos de Pattison, que nombran “los delirios de Lautréamont”, se enfrentan a una de las más bellas fotografías de Rao, con un velado cuerpo femenino doble, suerte de “desnudo lento” de adorable sinuosidad serpentina en que el rostro también aparece maravillosamente velado, pero por las propias manos y brazos, del cuerpo emergiendo un rostro turbador. Otra antológica foto acompaña la citada frase, con la sorpresa de aparecer en su parte superior el sombrero blanco con cinta negra del conocido collage con foto-gráfico y foto coloreada que hizo Jindrich Heisler en 1943 (el “foto-gráfico” es una variante checa del fotograma, y Raman Rao titula así sus fotos). Es una pena que las dimensiones de estas dos imágenes me impidan reproducirlas.u
Spectra es otra contribución espléndida de Raman Rao al cosmorama surrealista. Distribuido por Blurb.com, puede verse o descargarse en https://www.dropbox.com/s/pmotjkw4d6ay0nx/Spectra.pdf?dl=0